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El empresario y piloto de carreras español Guillermo Fierro es una institución cuando se habla de carreras de coches clásicos. El empresario de 56 años ha sido durante décadas un entusiasta de los coches y sigue participando en un gran número de carreras por toda Europa. Pero ¿qué tienen las carreras que han hecho que Guillermo continuara conduciendo tantos años? Charlamos con él en el 45.º Oldtimer Grand Prix en el circuito de Nürburgring en Alemania para nuestra segunda entrega de nuestra serie Beyond Cars. Mira el vídeo a continuación y sigue leyendo para saber más.
Este coche con motor delantero es una gozada si se sabe cómo conducirlo: “Estás a punto de perder, pero al final no es así y acabas dominando el coche y bailando con él”, explica el piloto español.
Inspiración para tener uno
Guillermo adquirió su Maserati 250F porque había oído hablar mucho sobre él a expilotos, quienes alababan al vehículo por su carácter único. Recuerda: “compré el coche porque leí que antiguos pilotos [...] que lo habían conducido decían que era su favorito. Tenía, pues, mucha curiosidad por saber el porqué, y la primera vez que lo conduje, lo averigüé.”
Es como una madre
La relación de Guillermo con el Maserati puede describirse como no convencional, como mínimo. Le gusta referirse a él como una madre solícita por este motivo: “Es un coche tan avanzado, tan indulgente, que te enseña mucho y también cuida de ti. En cierto modo es como una madre”.
¿Vender o no vender?
Además del valor histórico y económico de su Maserati 250F, Guillermo sigue pilotándolo con frecuencia. El ambiente del circuito los obliga a él y a su vehículo a ir al límite, arriesgándose tanto coche como conductor a sufrir daños. Aun así, Fierro nunca vendería el ejemplar preferido de su colección: “No, no, no, no. Conozco el precio de mercado del coche, pero no lo vendería porque no quiero”, dice. Guillermo tiene, sin embargo, otros planes para el coche, como nos ha revelado: “Creo que en el futuro, si se lo doy a mis hijos, será una inversión muy buena, así que es algo que se quiere conservar”. Luego añade: “No, a una madre no se la vende. Ni por todo el dinero del mundo.” Nosotros tampoco lo haríamos.
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