Escrito por Simone | 2 de octubre de 2019
Como sucede con cualquier artículo remotamente valioso, existen falsificaciones en torno a él, incluso en el mundo del vino. ¿Cómo podemos estar seguros de que el Grand Cru que tenemos delante es auténtico y que el Petrus que queremos no es un mosto glorificado? Nuestra experta en vinos Patricia Verschelling está aquí para ayudarnos.
Diferentes tipos de fraudes vinícolas
Puede ser bastante complejo determinar si una botella de vino es auténtica o falsa, pues hay numerosas maneras de falsificarlas. Si un falsificador es bueno, pueden pasar incluso años hasta que se descubra, ya que hay botellas que raramente se abren y simplemente van del vendedor a la bodega. Hay un mercado animado de botellas vacías, originales, etiquetas e incluso tapones de corcho.
‘Puede ser especialmente difícil detectar botellas originales rellenadas’, nos cuenta Patricia. ‘Y también se ven algunas botellas falsas nuevas muy bien hechas, las cuales podrían tener su origen en el crimen organizado’.
¿Crimen organizado, dices? Sí, sin duda. En febrero de 2019 la Europol informó sobre el ‘desmantelamiento de una sofisticada red criminal implicada en la falsificación de marcas y etiquetas distintivas de una famosa bodega de Florencia, Italia, así como de la falsificación de por lo menos 11 000 botellas de vino tinto’. Esta ‘mafia del vino’ estaba llevando a cabo una importante operación; se encontraron por lo menos 3000 tapones de corcho y 10 000 cápsulas, como también una máquina de embotellar y colocar tapones.
A la izquierda hay un Petrus de 1989 auténtico; la botella de la derecha es una falsificación. La tinta negra que se empleó es demasiado oscura, la estructura del papel es diferente y el logotipo está descuidado.
Afortunadamente, no todos los falsificadores tienen todo el equipamiento a su disposición. ‘También hay botellas caseras con etiquetas copiadas y cápsulas desastrosas. Son fáciles de reconocer. Y luego están las botellas que se han manipulado mediante la introducción de una aguja a través de la cápsula y el corcho, algo que nos encontramos con bastante frecuencia. Sin abrir una botella es posible comprobar el contenido si vemos manchas o alteraciones en el corcho [retirar vino o añadir otro para mejorar la calidad].
Medidas de las bodegas
Ahora que ya sabemos cómo funcionan los fraudes, ¿qué hacen los viticultores para luchar contra las falsificaciones? ‘Para las botellas nuevas, Petrus emplea un motivo impreso especial en la etiqueta, el cual se puede ver únicamente con una luz especial’, explica Patricia. ‘Los hologramas, como se hace para los billetes, pueden ser también una opción. Otras bodegas utilizan etiquetas especiales con un código QR en las botellas para rastrear su ubicación: desde la fecha de salida del Château, al distribuidor que las compró y luego al consumidor al que el distribuidor vendió cada botella’.
El vendedor de esta botella de Laurent Perrier - Coteaux Champenois Blanc de Blancs afirmó que se había obtenido durante la II GM y tendría que ser de 1941, pero el sello fiscal de la cápsula no se introdujo hasta 1960.
No son únicamente los viticultores quienes están tomando medidas contra estos estafadores; hay también algunos investigadores serios en el mundo del vino. ‘La famosa detective de vinos americana Maureen Downey ayudó a encontrar al maestro falsificador Rudy Kurniawan, que aún está en la cárcel’. Fue la primera persona en ser condenada por fraude vinícola.
Kurniawan llegó a obtener 24,7 millones de dólares por vino vendido en una única subasta en 2006, batiendo el récord anterior por más del doble. Pero cuando empezó a vender Clos St. Denis de Domaine Ponsot de añadas de entre 1945 y 1971, su reputación empezó a desmoronarse. Al fin y al cabo, la familia Ponsot no había empezado a elaborar su particular vino hasta 1982.
‘Bill Koch, el multimillonario coleccionista de vino, le siguió la pista a otro estafador: Hardy Rodenstock’, añade Patricia. Rodenstock es famoso por haber vendido un Château Lafite de 1787 a una casa de subastas por 150 000 $ afirmando que antes había pertenecido al expresidente estadounidense Thomas Jefferson. Koch, que pagó 311 804 $ por otras cuatro botellas de vino que supuestamente pertenecían al aficionado de los vinos Jefferson, contrató a un investigador privado después de que la fundación Jefferson no pudiera confirmar el origen de las botellas. Descubrió que el vino no era de antes de 1962. Las botellas vacías, las etiquetas en blanco y los tapones de corcho encontrados en el domicilio de Rodenstock también lo podrían haber delatado.
A la izquierda hay una botella auténtica, mientras que la de la derecha es una falsificación. Se puede ver que la botella de la izquierda tiene una cápsula metálica y un sello de papel ‘moderno’. La botella derecha tiene una cápsula de cera alterada y un sello de papel antiguo, entre otros detalles incorrectos.
Lo que se puede hacer
Son muchas cosas, pero ¿qué es lo que se puede hacer para saber si una botella de vino es auténtica? Patricia nos plantea unas pocas preguntas que podemos hacernos a nosotros mismos y al vendedor para determinar si una botella es auténtica o nos están timando:
1. ¿Son correctos el diseño y la disposición de las etiquetas?
2. ¿Está la cápsula aún intacta y se corresponde con las originales?
3. ¿Tiene el tapón de corcho la marca original del château en el lateral?
4. ¿Se parecen la forma y tipo de cristal de la botella a los de la original?
5. ¿Cuál es la procedencia de la botella?
Aquí se trata de informarse sobre el aspecto que debe tener el vino que queremos comprar y sobre su historia. Patricia aconseja: ‘No compres guiándote por tus emociones y haz tus deberes antes de comprar botellas caras’. De esta manera puedes evitar todo tipo de decepciones.
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