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Escrito por Beulah | 12 de diciembre de 2019
La identificación de sellos falsificados es una disciplina filatélica (estudio de los sellos) por derecho propio, y ciertas falsificaciones se han convertido en artículos de coleccionista muy codiciados. Pero, ¿qué pasa con los falsificadores propiamente? ¿Eran artistas?, ¿criminales?, ¿hicieron una contribución importante a la filatelia? ¿o han sido una combinación de las tres cosas? Echamos un vistazo a la vida de tres falsificadores notorios y a lo que pueden enseñarnos sobre la historia del coleccionismo de sellos.
Jean de Sperati fue uno de los falsificadores de sellos más talentosos y prolíficos de inicios del siglo XX. Pasó a ser falsificador justo cuando el coleccionismo de sellos se popularizó y las impecables falsificaciones de Sperati demostraron ser una combinación mortal para muchos autodenominados expertos en sellos. La primera sociedad filatélica del mundo, la Royal Philatelic Society de Londres, certificó varias falsificaciones de Sperati como ejemplares genuinos, y el eminente filatelista Robson Lowe describió a Sperati como ‘artista’, a la vez que seguía esforzándose para frustrar a Sperati en todo momento.
Nacido en Italia en el seno de una familia propietaria de un molino de papelero, Sperati desarrolló de niño una fascinación por los sellos que pronto se complementaría con experimentos de fotografía e impresión. Si bien los padres del joven Sperati puede que se alegraran por las sanas actividades de su hijo adolescente, los cínicos contemporáneos no pueden evitar ver las aficiones iniciales de Sperati como un entrenamiento ideal para un aspirante a falsificador, especialmente porque, en ese momento, la fotografía aún estaba en pañales y muchos de los elementos químicos empleados (fácilmente accesibles para un fotógrafo aficionado) también se empleaban en la impresión de sellos.
Sperati fue conocido por su trabajo preciso –su dedicación a la coincidencia entre color y tinta fue casi obsesiva– y fue rápido a la hora de abandonar determinados proyectos si no podía lograr una falsificación ‘perfecta’. Para el descontento de muchos, Sperati a menudo consiguió falsificaciones perfectas y actualmente sus trabajos pueden llegar a venderse por el doble del valor de la versión genuina.
Madame Joseph fue una falsificadora afincada en Gran Bretaña que estuvo en activo en la primera mitad del siglo XX. Dirigió un lucrativo negocio de producción de matasellos falsos, y si bien la falsificación más reciente que se le atribuye es de 1949, sus falsificaciones permanecieron sin detectar hasta 1990. Cuando las falsificaciones de Madame Joseph salieron a la luz, su trabajo se tomó tan en serio que la Royal Philatelic Society de Londres se implicó: compró todos sus instrumentos de falsificación para evitar que cayeran en las manos equivocadas.
Madame Joseph se especializó en ‘matasellos’, un ámbito del coleccionismo de sellos que siempre ha sido especialmente vulnerable frente a las manipulaciones. Los matasellos son sellos que se han emitido al público, pero los servicios postales los marcan como ‘matasellados’ antes de poder ser enviados. Esta práctica es interesante, pues fue adoptada por los servicios postales como respuesta directa al aumento del coleccionismo de sellos y principalmente para asegurarse de que los ‘coleccionistas de sellos’ especiales no los emplearan como sellos convencionales.
Aún se desconoce la verdadera identidad de Madame Joseph. Esta oscura maestra falsificadora firmaba con su apellido como ‘Joseph’ y posiblemente fuera francesa o belga. Con tan poco de lo que partir, apenas sorprende que haya surgido a su alrededor toda una serie de mitos y contramitos. Entre los más persistentes está la idea de que Madame Joseph fue en realidad un grupo de falsificadores que se ocultaban tras un apodo y que fue la misma Madame Joseph Krug de Rheims que llevara a los pilotos británicos derribados a un lugar seguro durante la II GM.
En 2006 se dio a conocer a la opinión pública el espectacular caso de Rainer Blüm. Blüm fue acusado de falsificación masiva a una escala alucinante. Aunque no han trascendido cifras definitivas, una investigación consideró que Blüm había falsificado matasellos y marcas postales de más de 200 municipios alemanes y más de 600 distritos alemanes. También se descubrió que tenía 50 marquillas de experto falsas, dando más credibilidad a la teoría de que falsificaba a una escala verdaderamente épica. A Blüm se le impuso una sentencia probatoria de cuatro años, pero la mayoría de sus falsificaciones probablemente siguen en circulación.
Lo que distinguió a Blüm fue más allá de la cantidad y variedad de sellos falsos que produjo; fue por las subastas falsas en las que los vendía. Los inicios de internet impulsaron un mayor interés por el coleccionismo de sellos, pues los coleccionistas se encontraban en foros y hacían transacciones informales. Blüm fue uno de ellos. Al dirigir las llamadas ‘subastas de oficina postal’ fue capaz de organizar subastas no moderadas con gente de todo el mundo, que en muchos casos supo de él a través de foros y catálogos online.
El experto en sellos de Catawiki Benedikt Reichl nos ha hablado con todo lujo de detalles sobre las maneras en que la gente sin escrúpulos utiliza internet para engañar a los coleccionistas de sellos. Aunque siempre hay un componente de riesgo en cualquier transacción, Blüm fue capaz de sacarle jugo produciendo certificados de autenticación falsos. Estos certificados le daban un aire de credibilidad a las subastas, que eran algo distinto.
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Únicamente vendemos sellos genuinos en Catawiki. Puedes encontrarlos en nuestras subastas semanales de sellos.
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