Historia

Descubrimos las culturas mediterráneas antiguas a través de tres piezas arqueológicas

Escrito por Tom | 9 de abril de 2021


La región mediterránea es uno de los principales lugares de referencia para la sociedad contemporánea en cuanto a cultura antigua. Ha conocido algunas de las civilizaciones más importantes y pioneras: la egipcia, la fenicia, la griega y la romana, por citar algunas. La experta en arqueología Ruth Garrido Vila nos ha acompañado a través de una colección dedicada a las antiguas culturas mediterráneas en el Museo Ifergan de Málaga y nos ha explicado por qué aún hay mucho que aprender de estos objetos rescatados.




Es asombroso cuando pensamos que escuelas de pensamiento creadas hace miles de años han llegado hasta el presente. Los antiguos griegos, que siguen conformando lo esencial de la filosofía moderna, nos ofrecieron una firme fascinación por las estrellas, y junto a los romanos, han inspirado algunos de los mayores hitos literarios de la historia (concretamente las obras de John Milton, Shakespeare y Dante). Esto no implica que hayamos conservado absolutamente todas las normas transmitidas por las culturas antiguas —nos hemos dado cuenta de que la tierra no es tan plana como pensábamos y el sangriento espectáculo de las luchas de gladiadores quizá mejor lo dejamos para la gran pantalla—, pero continuamente recurrimos a sus conocimientos y aprendemos más sobre nuestras propias limitaciones. 


‘Es por este motivo que el ámbito de la arqueología es tan importante’, dice Ruth. ‘[La arqueología] es lo que más nos ha ayudado a conocer y comprender nuestra propia historia. Una pieza arqueológica es mucho más que un objeto bonito. Es un elemento único que, tras sobrevivir muchos siglos, sigue ahí para contarnos una historia sobre culturas antiguas, costumbres, rituales, sociedades y la forma de entender la vida en general’.


Si bien no faltan artefactos y reliquias entre los que elegir, algunas piezas son símbolos definitivos de las civilizaciones de las que proceden.


La muerte en el Antiguo Egipto: el sarcófago


Pocas personas murieron con tanto esplendor como los habitantes más adinerados del Antiguo Egipto. Sus cuerpos se enterraban en sarcófagos; ataúdes o cajas de piedra. El nombre sarcófago procede de la expresión griega lithos sarcophagus (piedra carnívora), debido a la piedra caliza de la que muchos sarcófagos estaban hechos y que se creía que aceleraba la descomposición del cuerpo. 


Si bien otras civilizaciones antiguas como la de los romanos también emplearon sarcófagos, son característicos del Antiguo Egipto, cuenta Ruth. ‘Los sarcófagos son una de las piezas más representativas e interesantes de la cultura egipcia antigua, pues representan la momificación, la forma en que los antiguos egipcios preparaban los cuerpos para la otra vida y cómo eran sus creencias en ella’. 



Este sarcófago presenta escenas del Libro de los Muertos


Es fácil malinterpretar los sarcófagos como puramente contenedores para los difuntos y como una interpretación que tenían los antiguos de los ataúdes. Por el contrario, los sarcófagos eran lienzos para diseños elaborados. Proporcionan una visión de cómo los antiguos egipcios veían la muerte y la otra vida. Los egipcios eran grandes creyentes en la otra vida y los sarcófagos se diseñaban con la intención de ser el lugar para la vida eterna. Sus diseños a menudo rendían homenaje a la vida de los fallecidos, con su nombre inscrito, pues los egipcios creían que recordar el nombre de alguien aseguraba que la persona viviera en el más allá. 


Con el tiempo, el diseño de los sarcófagos se volvió más ornamentado, finalmente tallados para que se parecieran a la persona fallecida que había en su interior. En el caso de este sarcófago, la tapa muestra escenas detalladas del Libro de los Muertos —un antiguo texto funerario egipcio— que Ruth explica que es una señal más de la importancia que tenía para los egipcios la vida después de la muerte. 


‘Se ha documentado que, tras la muerte, el alma se encontraba con el dios Anubis, que la conducía desde el lugar de su descanso final a la Sala de la Verdad, donde tenía que someterse al juicio de Osiris, Señor del Inframundo y Juez de los Difuntos. En este juicio se contrapesaba el corazón del difunto con la pluma de la Maat y se deliberaba con un jurado de cuarenta y dos dioses. Si los dioses acordaban que el alma estaba ‘justificada’ (superaba la prueba), la persona pasaba hacia la felicidad del Campo de Aaru. Todo esto lo vemos escenificado en la tapa del sarcófago’. 


La ley en el Imperio babilónico: el kudurru


Si los sarcófagos nos hablan sobre la muerte en el Antiguo Egipto, los kudurrus de Babilonia, unas piedras delimitadoras del inicio y fin de las tierras, revelan muchas cosas sobre la ley y el poder en este importante imperio. ‘Los kudurrus eran versiones antiguas de las escrituras de propiedad que empleaban los casitas en la antigua Mesopotamia y nos enseñan cómo era la burocracia en esos tiempos’, dice Ruth. ‘Se colocaban en el templo para dejar constancia de las concesiones de tierras decretadas por el rey, para evitar que se incumpliera el acuerdo’. 



Los kudurrus eran la manera que se tenía en la antigua Babilonia de documentar escrituras de tierras

El Imperio babilónico se estaba expandiendo entonces. Entre aproximadamente 1770 y 1670 a.e.c., la capital, Babilonia, estaba considerada como la ciudad más grande del mundo. Su crecimiento continuado y su dominio implicaban que demarcar los terrenos y sus límites era algo esencial. Los kudurrus servían como registros de las tierras que había concedido el rey: el rey conservaba el kudurru original y entregaba una copia de arcilla al nuevo propietario del terreno. 


Los kudurrus también eran obras de arte, de entre las únicas que sobrevivieron al reinado de los casitas en Babilonia. ‘Este kudurru menciona a Nabucodonosor I, uno de los reyes más importantes de Babilonia que gobernó entre 1125-1104 a.e.c., y solamente quedan unos pocos kudurrus como este’. Estas piedras a menudo contenían imágenes mitológicas de deidades –a veces incluso del rey– supervisando el contrato, así como los detalles reales del contrato. Para asegurarse de que cada parte cumpliera su parte del acuerdo, no era inusual que aparecieran una serie de maldiciones y símbolos divinos, conocidos como la ira de los dioses, para proteger al objeto frente a daños. 


Las celebraciones en la Antigua Grecia: la crátera


La bebida, la guerra y el triunfo; unas palabras que no asociaríamos de inmediato con un recipiente de cerámica. Pero la ilustre historia de las cráteras fue fundamental para las antiguas normas culturales griegas. 


Las cráteras fueron célebres por su papel en la cultura del consumo de alcohol de los griegos, a menudo empleadas como elementos centrales de los que los juerguistas embriagados (o a punto de estarlo) bebían, en función de cómo de sobria estuviera la persona encargada de gestionar la relación vino-agua de la crátera. No obstante, su simbolismo y propósito iban más allá de la alegre celebración, dice Ruth. ‘La función más conocida de las cráteras era su uso como obsequio para los ganadores de los juegos atenienses, de forma similar al premio que se otorga en la actualidad. Pero también tuvieron usos anteriores en tiempos de guerra, cuando se entregaban al bando perdedor de la batalla, e incluso se empleaban para verter líquidos sobre los enemigos desmembrados’. 



Las cráteras a menudo se entregaban como regalos a los vencedores en los juegos atenienses


Como las cráteras solían entregarse como obsequios, se diseñaban y decoraban con adornos. ‘Esta crátera con volutas, cuyo nombre deriva de sus asas con giros, está decorada por el pintor del Inframundo, un pintor de jarrones yapigio de la Antigua Grecia cuyas obras datan de la segunda mitad del siglo IV a.e.c. En este caso vemos un guerrero en pie y un hombre con barba vestido con toga que le ofrece una copa adornada. El naiskos está rodeado de ofrendas de hombres y mujeres que llevan cajas, bandejas, ramas y coronas florales. Podría parecer algo sencillo, pero nos dice mucho sobre jerarquías, la importancia de la guerra, las deidades y los rituales en la cultura de la Antigua Grecia. 


Al igual que muchos objetos, la crátera nos sirve como uno de los últimos recipientes que nos pueden contar historias sobre la sociedad antigua. ‘Hay mucho que aprender de los objetos que descubrimos y esto es lo bonito de la arqueología’, dice Ruth. ‘Creo que necesitamos conocer nuestro pasado para descubrir quiénes somos hoy’.

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