Historia

Imágenes del poder: lo queer en el arte antiguo y clásico

Escrito por Tom Flanagan | 24 de junio de 2022


En el siglo pasado, las representaciones de la homosexualidad y lo queer se vieron como tabú e incluso se censuraron en las formas de arte, como el cine. No obstante, cientos de años antes, las relaciones entre personas del mismo sexo prevalecían y se representaban habitualmente en el arte. La homosexualidad estaba más normalizada, —las expresiones al respecto en ese momento inquietarían a la sociedad moderna—, y se representaba como una manera de mostrar tanto el poder como la belleza. Con la ayuda de la experta en arqueología Ruth Garrido Vila y la experta en arte clásico Valérie Lewis, desenterramos la historia de lo queer en la antigüedad a través del arte clásico. 


Según la antigua mitología griega, se dice que una vez vivió un niño cuya belleza eclipsó a todos los demás. No era un dios, sino un mortal, y su nombre era Ganimedes. 


Pero no era únicamente atractivo a los ojos de los mortales: los dioses lo encontraron igual de atractivo. Tanto es así que, en un arrebato de deseo, Zeus, el dios del cielo y padre de todos los dioses, decidió que lo quería para sí mismo. Disfrazado de águila, Zeus secuestró a Ganimedes y se lo llevó a los cielos. Allí se le concedió a Ganimedes la eterna juventud y serviría para siempre como copero para los dioses del Olimpo, así como copero personal y supuesto amante de Zeus. 



El relato de Ganimedes es sinónimo de homosexualidad y es la inspiración detrás del signo astrológico de Acuario. Wikimedia Commons. 

La historia de Ganimedes se ha ido contando a través de relatos griegos antiguos y se representó en el arte de la época. Si bien Ganimedes también fue la inspiración para el signo astrológico de Acuario —el copero—, su nombre se convirtió en sinónimo de homosexualidad en la antigüedad. 


La relación entre Ganimedes y Zeus era implícitamente sexual según la problemática y notoria reputación de Zeus como agresor y violador. Y la historia de Ganimedes, en lo que se refiere a su juventud y su diferencia de edad respecto a Zeus, es uno de los muchos ejemplos de cómo los antiguos atenienses esperaban que fueran las relaciones homosexuales e inspiraría a artistas a lo largo de los años. 


La homosexualidad en el mundo clásico


Si bien los antiguos se mostraban abiertos respecto la homosexualidad, representaciones como la historia de Ganimedes y Zeus indican una normalidad incómoda con la que se presentarían las relaciones de naturaleza homosexual.


‘Contrariamente a lo que mucha gente piensa, la mentalidad de las culturas antiguas sobre las relaciones homosexuales y el sexo en general era más abierta que hoy en día’, explica la experta en arqueología Ruth Garrido Vila. ‘Tener encuentros homosexuales era algo aceptable en las antiguas Grecia y Roma, pero solo entre hombres y específicamente con chicos jóvenes, algo que era visto como un símbolo del poder masculino. No obstante, había reglas, como que los ciudadanos romanos varones no podían ser penetrados sexualmente’. 


Ha habido un riguroso debate académico en torno a la pederastia —para describir las antiguas relaciones entre hombres y chicos más jóvenes— entre expertos, que caracterizan estas relaciones como un intercambio social reconocido, así como físico, al tiempo que reconocen cuán en desacuerdo está esta dinámica con los valores modernos. Sin embargo, la mayor parte del arte rescatado muestra este tipo de relación. 



Las relaciones homosexuales entre los antiguos atenienses eran vistas como físicas e intelectuales. Wikimedia Commons.

Un antiguo kylix griego —cílica, una taza para beber empleada en celebraciones y ceremonias—expuesto en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, en el que se representa un simposio o fiesta donde un hombre y un chico están sentados cerca, lo que implica una proximidad más allá del espacio. Otra ilustración más gráfica es la que se encuentra en un ánfora expuesta en el Museo Británico. En ella se ven unos hombres desnudos, excitados e intentando tener relaciones sexuales entre sí, mientras que dos hombres a ambos lados del diseño sostienen animales cazados destinados a ser regalos de amor para compañeros más jóvenes, también representados. 


Mientras que los hombres parecían salirse con la suya en todo, no se podía decir lo mismo de las mujeres, dice Ruth. ‘El sexo entre dos mujeres estaba mal visto. Sucedía, pero se veía con desdén en el mejor de los casos y como algo tabú en el peor de los casos. No hay mucho escrito al respecto, pero en la antigua Grecia encontramos una excepción en Safo de Lesbos. Los poemas de Safo, que vivió entre los siglos 7 y 6 a.e.c., gozaron de una enorme popularidad en toda Grecia durante siglos. Escribió himnos nupciales en su mayoría, pero fue más famosa por los versos que dedicó a las mujeres de las que se enamoró’. 



'Sappho and Erinna in a Garden at Mytilene' de Simeon Solomon. Wikimedia Commons.

Según Deborah Kamen en ‘Naturalized Desires and the Metamorphosis of Iphis’, las representaciones del amor femenino eran tan poco frecuentes que solamente queda un ejemplo, no solo en la mitología griega sino en toda la literatura clásica: la historia de Iphis e Ianthe, tomada de las Metamorfosis de Ovidio. ‘La historia se refiere a Iphis, nacida niña pero criada como un niño por su madre para protegerla de su padre, que se enamora de otra niña llamada Ianthe’, dice la experta en arte clásico Valérie Lewis. Se enamoran y se prometen, pero la madre, temiendo que se revele el sexo biológico de su hija, recurre a la diosa Isis, rezando por una solución. Isis, conmovida por las súplicas de la madre, transforma a Iphis de niña a niño’. Inusualmente para ser de Ovidio, también sería una historia con un final feliz, con Iphis e Ianthe finalmente casándose. 


La disparidad entre la homosexualidad masculina y femenina revela el complicado terreno con el que los historiadores deben trabajar para comprender los puntos de vista sociales de la homosexualidad en ese momento. Pero a grandes rasgos, la homosexualidad se consideraba algo normal, mucho más que en el siglo pasado, explica Ruth. 



Un relieve erótico como este se consideraba de buen gusto en la antigüedad.

‘En la antigua Grecia, representar cuerpos atléticos desnudos se consideraba algo bello. La intención de estas representaciones no era avanzar ningún mensaje, sino más bien un símbolo de poder y de lo que se consideraba buen gusto en decoración. Si nos remontamos al latín antiguo, no había palabras para "gay" u "homosexual", por lo que no había nada "divergente" en la representación de este tipo de relaciones. Se esperaba que los hombres romanos tuvieran parejas sexuales masculinas y femeninas. De hecho, el emperador Claudio fue criticado por el historiador Suetonio por tener una "extrema lujuria hacia las mujeres, carente de experiencia con hombres". A los romanos les sorprendía que a su emperador Claudio no le gustaran los hombres y prefiriera acostarse exclusivamente con mujeres’. 


El legado del arte queer


Mientras que los antiguos mostraban tolerancia hacia la homosexualidad y la retrataron sin inconvenientes en el arte, el cambio de actitudes y la aparición de la religión significaron que las sociedades posteriores optarían por censurar las evidencias de relaciones entre personas del mismo sexo.  


‘Gran parte de ello se debió al papel y el auge de la religión, que veía el sexo como una especie de tabú y destinado únicamente a la procreación, nunca solo para divertirse’, explica Ruth. ‘Desde la época medieval hasta el siglo pasado, muchas de estas representaciones permanecieron ocultas, ya que se consideraban perversiones, algo que aún ocurre en lugares de todo el mundo. Cuando realmente pensamos en ello, en la actualidad aún somos probablemente menos tolerantes con la homosexualidad o las relaciones queer que las personas hace 2000-2500 años’. 



Las relaciones homosexuales de los antiguos serían ilegales en la sociedad moderna. Wikimedia Commons.

Algunos de los estereotipos más manidos y dañinos sobre la homosexualidad —como la predicación con la juventud y la percepción de que hay que proteger a los niños para que no conozcan las relaciones entre personas del mismo sexo—, desafortunadamente se han inspirado en el mundo antiguo y han sido utilizados como arma por parte de instituciones conservadoras. En muchos sentidos, sin embargo, aún es posible tener en cuenta algunas señales, pero no todas, sobre cómo las civilizaciones antiguas abordaban la sexualidad en general, explica Valerie. 


‘Lo que es importante entender en la historia es que nada es realmente estático. El ejemplo de los antiguos griegos educando a sus hijos emparejándolos con hombres mayores durante un par de años para enseñarles los entresijos de la vida tanto intelectual como sexualmente, y el célebre sistema de tres géneros con los muxes de la cultura zapoteca prehispánica, son solo un par de casos que muestran el género y la sexualidad vistos y experimentados de manera muy diferente en comparación con la sociedad moderna. Las obras de arte antiguas son cápsulas del tiempo que muestran el espíritu de la época y dan una idea de los mundos, del pensamiento y las creencias que se perdieron o que han cambiado con el tiempo’. 



Un fresco de Safo que es uno de los pocos recordatorios y símbolos de las mujeres queer en la antigüedad. Wikimedia Commons.

En última instancia, el arte queer es un legado y una ventana a una época de la que seguimos aprendiendo. ‘Las representaciones de relaciones entre personas del mismo sexo en obras de arte clásicas, aunque no demasiado frecuentes, sí son importantes pruebas históricas de que la sexualidad nunca ha sido completamente heterosexual y de que el género no siempre ha sido binario. Las personas y las relaciones queer, a pesar de haber sido menospreciadas y reprimidas, nunca han dejado de existir. El hecho de que las historias antiguas y las obras de arte clásicas hablen de la fluidez de género y las personas queer es un recordatorio importante del poder y la resistencia de la comunidad queer. Y esta diferencia se celebró en el pasado, y así volverá a ser algún día’. 


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