Historia

Cómo el Orient Express se convirtió en el tren más famoso del mundo

Escrito por Tom Flanagan | 6 de julio de 2022


Pocos trenes son tan conocidos como el Orient Express. En un serpenteante viaje ferroviario que llevaba a los pasajeros en un recorrido a través de Europa continental desde París a Estambul, el Orient Express fue un símbolo del glamur y el escapismo del viejo mundo; atrayendo a figuras ilustres de todos los rincones del planeta e inspirando numerosas obras literarias. No obstante, su reputación de lujo también atrajo una gran cantidad de intrigas, escándalos e incluso crímenes en su vida de servicio. Se le puso fin oficialmente en 2009, pero ha mantenido la atención de los entusiastas de las locomotoras y los buscadores de nostalgia desde entonces. El experto en monedas Willem Knapen nos ayuda a descubrir por qué aún no podemos olvidarnos del Orient Express. 


En 1883 la Gare de l'Est de París era el punto central de la atención de la ciudad. Se habían formado grandes de multitudes con todo tipo de gente, desde periodistas hasta diplomáticos; todos habían acudido para presenciar el viaje inaugural del Orient Express. Un grupo de aproximadamente 30 viajeros serían los pocos afortunados a los que se les permitió subir al Orient Express —para una travesía por Europa, empezando en París y terminando en Estambul— en un momento en que los viajes estaban cada vez más de moda.


París y Europa estaban experimentando un renacimiento cultural —ahora conocido como la Belle Époque—, y el Orient Express, creado por la compañía ferroviaria belga Compagnie Internationale des Wagons-Lits, fue visto por muchos como una culminación de los pasos que los europeos habían dado en las artes y la tecnología; simbolizando la mirada del continente hacia el exterior y el anhelo de lo nuevo, explica Willem. 



El Orient Express solo estaba compuesto por un vagón cama, un vagón restaurante y un vagón para equipaje. Wikimedia Commons.

‘Para los europeos de la época, imaginarse a sí mismos llevados por todo el continente encajaba con el sentimiento de que todo era posible’, explica el experto Willem Knapen. También coincidió con la creciente fascinación de los europeos occidentales por Oriente, como un lugar con encanto y posibilidades’. Esto sería definido más tarde por Edward Said como orientalismo occidental en su libro Orientalism, y explica en cierto modo el atractivo del principal ferrocarril transcontinental de Europa. 


Aun así, fue una nueva frontera en los viajes y el lujo. Y sin que los viajeros de la época lo supieran, sería el inicio de un legado perdurable.


Visiones del lujo


Viajar era una rareza a finales del siglo XIX, y hacerlo significaba que a menudo había que emprender una travesía ardua y traicionera. Sin embargo, libros como La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne ofrecieron una imagen algo conveniente y romántica del tipo de viaje que la gente empezaba a imaginar, y el Orient Express se encontró con este momento; su principal atractivo era la perspectiva de los viajes de lujo. 


Fue ideado por el empresario belga Georges Nagelmackers, fundador de la compañía ferroviaria Compagnie Internationale des Wagons-Lits. Después de viajar por los Estados Unidos en un tren cama Pullman, apodado el hotel sobre ruedas por su espaciosidad y comodidades, Nagelmackers vio un hueco en el mercado europeo. Inicialmente, Nagelmackers se acercó a George Pullman, director de la Pullman Company, para colaborar en una expansión europea de los trenes Pullman, pero fue rechazado. Así que en 1872, más de 10 años antes de la creación del Orient Express, Nagelmackers se propuso lanzar el principal servicio ferroviario de lujo de Europa.  



Un cartel publicitario del Orient Express con Estambul como imagen principal. Wikimedia Commons.

Pero Nagelmackers no estaría solo. Para su arrolladora ambición de unos viajes en tren de lujo a través de Europa, eran necesarios dinero e influencia, los cuales encontraría nada menos que en el rey Leopoldo II de Bélgica. El monarca ayudó a negociar contratos ferroviarios que harían posible la ruta a través de ocho países. Nagelmackers, por su parte, se encargaría de los propios vagones. Se diseñaron con los muebles más lujosos en mente: asientos de piel, mantas de lana, sábanas de seda y paneles en madera de teca que creaban la apariencia de un club privado, solo que sobre ruedas. 


Antes del lanzamiento del Orient Express en 1893, Nagelmackers organizó un recorrido de prueba a bordo del Tren Éclair de luxe, que daría a los viajeros una primera muestra de cómo podrían ser los viajes en tren de lujo. 


El vagón restaurante del Orient Express fotografiado en 1884. 


‘En ese momento, viajar era peligroso y la mayoría de los otros servicios ferroviarios no tenían vagones para dormir, vagón restaurante ni un extenso menú’, cuenta Willem. ‘El menú del Orient Express se inspiró en el de un tren de prueba anterior, que se dice que incluía cosas como ostras, sopa de pasta italiana, rodaballo, pollo chasseur, filete de carne de res y una mezcla de postres. Era más lujoso que el de la mayoría de los restaurantes convencionales. Además, cada vagón se mantenía caliente con la ayuda de estufas de carbón que hacían que la experiencia fuera de comodidad’. 


La prueba fue un éxito y a finales de la década, la ruta ferroviaria se amplió a Constantinopla, actual Estambul, que se convertiría en su estación final. Sería la última parada del tren hasta 1977 y el motivo por el que los medios de comunicación rápidamente clamaron para llamarlo el Orient Express, nombre que Nagelmackers también adoptaría. 


Glamur, intriga y escándalo

 

Su lujosa decoración y su coste lo hicieron inmediatamente atractivo para la élite de Europa, la cual contribuyó a imbuir al Orient Express un brillante atractivo adicional al tiempo que contribuía a su fama. Incluso dentro del espacio relativamente reducido del tren, —consistía en tres vagones que incluían vagón cama, vagón de equipaje y un vagón restaurante—, no faltarían intrigas y escándalos. 


Según la revista Smithsonian, una serie de miembros de la realeza tuvieron comportamientos peculiares, tal vez debido a un largo, aunque lujoso, confinamiento. Fernando I de Bulgaria eligió viajar con el Orient Express y quedó tan petrificado por un intento de asesinato, que supuestamente se encerró en el baño durante el transcurso de su viaje. Más tarde, estimulado por sus raíces de aficionado a la ingeniería, también intentó llevar el tren por Bulgaria a velocidades peligrosas. En otra ocasión, el rey Leopoldo II utilizó el tren como medio para llegar a Estambul, como parte de un largo y enrevesado plan para irrumpir en un harén turco.



El Simplon-Orient Express fue la inspiración original para el ‘Asesinato en el Orient Express’ de Agatha Christie. Wikimedia Commons.


El tren también se ganó una reputación por los asesinatos que no haría más que añadirse a la intriga que rodeaba al tren, dice Willem. ‘Hay dos casos de asesinato documentados en el Orient Express. El primero involucró a una rica mujer rumana llamada Maria Farcasanu. Le robaron numerosas pertenencias, incluyendo una notable estola plateada. En medio del robo la empujaron por la ventana y sufrió una caída mortal. Su asesino fue identificado más tarde después de regalar la estola a una mujer en Suiza. Más tarde, en 1950, hubo otro asesinato en el tren. El cuerpo de un agregado de la marina estadounidense, Eugene Simon Karpe, fue encontrado en un túnel a lo largo de la ruta mientras viajaba con documentos clasificados sobre las redes de espionaje en Europa del Este. Si bien atrajo mucha atención de los medios, su asesinato permaneció sin resolver, incluso tras una larga investigación por parte de las autoridades estadounidenses’.


Incluso las celebridades tuvieron su dosis de experiencias dramáticas. ‘Josephine Baker también fue una pasajera frecuente’, dice Willem. ‘En uno de sus viajes explotó una bomba cuando el tren pasaba por el viaducto de Biatorbágy en Hungría; muchas personas resultaron heridas y algunas incluso murieron, pero Baker sobrevivió y se dice que ayudó a los heridos’. 


Más allá del escándalo real, la exclusividad del Orient Express implicó que se convirtiera en un centro para todo tipo de negocios de fondo y para el espionaje. Los ejemplos más famosos fueron el del espía británico Robert Baden Powell, que dibujó bocetos de almenas a lo largo de la costa dálmata disfrazadas de alas de mariposa, como una forma de transmitir información militar de los Balcanes a las fuerzas italianas y británicas. Aparte de Powell, se dice que la bailarina neerlandesa —y más tarde espía convicta— Mata Hari viajó en el Orient Express mientras visitaba algunos de los hoteles más importantes de Europa. Fueron historias como estas las que inspiraron a Ian Fleming para incluir el Orient Express en su libro de Bond ‘Desde Rusia con amor’.



Un asiento típico en el Express que muestra la decoración clásica que los pasajeros podían esperar. Wikimedia Commons.

Evidentemente, el glamur también lo rodeaba. Las listas de pasajeros afamados del tren, desde la realeza europea hasta nombres como D.H. Lawrence, León Tolstoy, León Trotsky, Marlene Dietrich, Ian Fleming y, por supuesto la famosa escritora Agatha Christie hicieron de la moda y las comidas formales una parte esencial de la experiencia. En términos de qué usar en el Orient Express, se esperaba que los pasajeros se adhirieran a un código de vestimenta relativamente estricto en todo momento. Después de todo, ¿qué exuda más opulencia que unas elecciones sartoriales inteligentes? Para el día se aconsejaba a los pasajeros llevar atuendos elegantes e informales, y para la noche, los hombres se arreglaban con chaquetas formales y corbata negra, mientras que las mujeres se ponían lujosos vestidos. 


Rutas y recuerdos del Orient Express


Siendo un tren que funcionó durante más de un siglo, sufrió una serie de iteraciones, cambios de nombre e historias inspiradas. Funcionó con éxito durante décadas desde 1890 hasta la I Guerra Mundial, cuando la guerra trastocó las rutas ferroviarias y redibujó el mapa de Europa. No obstante, la apertura del túnel de Simplon en Suiza significó que al final de la guerra el Orient Express tendría una nueva ruta que evitaba Alemania por completo. La ruta cruzaba los Alpes suizos y recorría Italia, luego Yugoslavia, Bulgaria, Grecia y, finalmente, llegaba a Turquía. Este tren se conoció como el Simplon-Orient Express. 



El Taurus Express fue un ferrocarril asociado que se anunciaba como que recorría tres continentes: Europa, Asia y África. Wikimedia Commons.


Y fue un incidente que involucró al Simplon-Orient Express y no al Orient Express, el que inspiraría la representación más famosa de este último: ‘Asesinato en el Orient Express’. La propia Christie dijo que el escenario de su elogiado thriller se inspiró en el momento en que la nieve cubrió el tren Simplon, lo que llevó a los miembros de la tripulación a abrir desesperadamente un túnel en la nieve cerca de Constantinopla para liberarse a sí mismos y a los pasajeros, después de haber estado atrapados durante días.


En 1930 el Orient Express había inspirado rutas hermanas y derivadas a medida que su popularidad crecía. Concretamente, el Arlberg-Orient Express, que iba de Londres-Calais a Bucarest y Atenas, y el Taurus Express, una extensión de la ruta del Simplon-Orient, que iba desde Turquía y pasaba por Siria, Palestina y Egipto. El Orient Express en sí nunca fue más allá de Estambul; su ruta original salía de París, en dirección a Estrasburgo por Munich, Viena, Budapest, Bucarest y finalmente Estambul. 



Un mapa que muestra las diversas rutas del Orient Express después de la II Guerra Mundial. Wikimedia Commons.


Sin embargo, la II Guerra Mundial y la Guerra Fría empujarían al Orient Express y su amplia red hacia el declive. Viajar por Europa del Este se hizo cada vez más difícil debido al acceso ferroviario y los visados, mientras que muchos de los vagones de Wagon-Lits habían sufrido daños durante la guerra. En 1977 el Orient Express realizó su último viaje de París a Estambul. No obstante, una consecuencia involuntaria de ello fue que inspiró una nueva ruta, la del Venice-Simplon Orient Express, que hacía el trayecto entre Londres, París y Venecia, utilizando vagones Wagon-Lits originales.


Hoy en día, no hay ningún tren llamado Orient Express. El Venice-Simplon Orient Express sigue conservando parte de la magia del original e incluso recorre la ruta de París a Estambul anualmente, por un precio. Aun así, el atractivo para muchos sigue siendo grande. 


Agatha Christie escribió una vez en ‘Asesinato en el Orient Express’: ‘Lo imposible no puede haber sucedido, por lo tanto, lo imposible debe ser posible a pesar de las apariencias’. Si bien no estaba hablando del tren en sí, sus palabras se le podrían aplicar. El Orient Express ha cambiado a lo largo de los años y es posible que nunca regrese a lo que fuera. ¿Pero que su encanto se desvanezca y olvide? Imposible. 


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