¡Hola! Núria de Bofarull empezó a pintar de la mano de su padre a muy temprana edad. Creció en una casa en la que las pantallas estaban rotundamente prohibidas, solo tenía cabida el aburrimiento. Pero el aburrimiento era y es LA PUERTA hacia la creatividad. Su padre la abasteció de lienzos, tablillas y acrílicos, y lo que en la infancia era distracción se convirtió en un hobby en la adolescencia. Estas 3 obras pertenecen a la cautivadora colección de 47 piezas que sirven como una metáfora visual de la situación mental y emocional que la artista vivió cuando tuvo que cambiar su lugar de residencia. Cada obra de arte refleja la experiencia de enfrentar este miedo a comenzar y cómo convertir el miedo en fuerza. Las piezas más pequeñas, como microcosmos, celebran la grandeza de lo cotidiano, recordándonos que la vida se construye sobre pequeños y fructíferos momentos. La acumulación de estos diminutos trabajos forma una representación rica y significativa de la vida diaria. El acto de pintar cada pieza individualmente, especialmente enfocándose en tamaños más pequeños, establece un paralelo con acercarse a la vida con cuidado, diligencia y atención al detalle. Así como cada trazo contribuye a la obra de arte en su conjunto, tomarse el tiempo para manejar las tareas con precisión y afecto refleja la idea de construir algo significativo gradualmente. La colección se convierte en un testimonio visual de la filosofía de hacer las cosas bien, paso a paso, enfatizando la belleza encontrada en el enfoque meticuloso y reflexivo tanto del arte como de la vida. Estamos extremadamente agradecidas de contar con Nuria para esto. GRACIAS!