Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Josep Mas Pou, que representa un pequeño pueblo de montaña donde la vida rural y la fuerza del paisaje se unen en una escena serena y atemporal. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones de la obra: 60x73x2 cm. · Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, Josep Mas. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX, utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos o GLS con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro presenta una estampa rural de montaña llena de carácter, donde la arquitectura tradicional se integra de manera natural con el entorno rocoso que la rodea. La escena muestra un pequeño conjunto de edificaciones construidas con materiales robustos, reflejando la vida sencilla y resistente de los pueblos antiguos. Las casas, con sus muros irregulares y tejados oscuros, destacan por la textura marcada de sus superficies, que revela tanto el paso del tiempo como la mano del artesano que las levantó. La montaña del fondo, imponente y áspera, enmarca el núcleo habitado y otorga una sensación de protección y aislamiento. La composición se organiza alrededor de la casa central, la más alta y la que absorbe mayor protagonismo con su balcón adornado y su entrada sombreada. Esta vivienda transmite la impresión de ser el eje de la vida del lugar, quizá el hogar más antiguo o el más representativo del poblado. A su alrededor, estructuras secundarias, algunas abiertas y otras parcialmente derruidas, sugieren actividades cotidianas como el almacenaje, el resguardo de animales o el trabajo artesanal. Cada edificio tiene una personalidad propia, pero unidos crean una armonía visual que habla de un modo de vida sencillo y arraigado a la tierra. Las montañas que flanquean el conjunto, con tonos marrones, grises y violáceos, aportan una fuerza dramática a la escena. Sus superficies abruptas contrastan con la geometría irregular de las casas y refuerzan la sensación de un paisaje duro y majestuoso. El cielo, cubierto parcialmente por nubes, introduce una luz suave que ilumina selectivamente las fachadas, dando vida a los colores terrosos y a los detalles que conforman la esencia del pueblo. La atmósfera parece fresca, quizá de un día de final de verano o comienzo del otoño, cuando la luz aún es cálida pero el aire anuncia cambio. En primer plano, el suelo pedregoso y los elementos naturales dispersos, como plantas trepadoras o vegetación en pequeñas grietas, añaden autenticidad a la escena. Esta parte inferior del cuadro sugiere el uso continuo del espacio, marcado por pasos, labores y el correr de los días. Los tonos claros del sendero contrastan con las sombras profundas de los muros y los techos, creando un juego lumínico que guía la mirada hacia el corazón arquitectónico del conjunto. Asimismo, la presencia de tablones y troncos apilados insinúa tareas rurales, reforzando el carácter funcional del entorno. En conjunto, este cuadro ofrece una visión íntima, sólida y nostálgica de un pequeño enclave montañoso, donde la arquitectura popular y el paisaje agreste se amalgaman para transmitir la esencia de una vida humilde, auténtica y profundamente conectada con la naturaleza circundante.