Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Vitaly Leshukov, que representa un paisaje convertido en una ola de energía y color, donde cielo y tierra vibran en una misma danza luminosa llena de movimiento. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones de la obra: 80x60x2 cm. · Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, Leshukov. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX, utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos o GLS con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro despliega un universo cromático tan vibrante que parece nacer directamente del sueño o de una imaginación desbordada por la fuerza de la naturaleza. Desde la parte superior, un cielo inmenso lleno de remolinos en tonos amarillos, azules, rosados, lilas y verdes se arremolina como si fuese una gran corriente de energía viva, extendiéndose en formas ondulantes que evocan viento, fuego, agua y luz al mismo tiempo. Ese cielo no se limita a ser un fondo: domina la escena y la transforma en un espectáculo dinámico donde cada curva y cada línea parece moverse, respirar, expandirse. La sensación es la de un firmamento que late, que fluye y que invita a adentrarse en una atmósfera casi mágica. A medida que la vista desciende, surge un paisaje cargado de armonía pero también de exuberancia. Las montañas que se levantan al fondo están bañadas en tonalidades frías —azules, violetas, turquesas— que contrastan con los colores cálidos y ardientes del cielo. Sus formas son suaves, pero no estáticas: cada trazo parece girar ligeramente, como si la tierra misma participara del movimiento envolvente del cielo. Estas montañas sirven de puente visual entre el firmamento vibrante y el conjunto del paisaje que se extiende hacia el espectador, un paisaje marcado por el ritmo sinuoso de la vegetación. La zona intermedia del cuadro muestra casas de tejados anaranjados que se asoman entre grandes masas de árboles de formas onduladas y redondeadas. Estas construcciones, aunque pequeñas, aportan serenidad dentro del flujo tremendo de colores. Su presencia introduce humanidad en un entorno que parece casi fantástico, y sus tejados cálidos resaltan entre la abundancia de verdes, azules profundos y morados de la vegetación. Los árboles, estilizados y dinámicos, se elevan como pinceladas que siguen el movimiento del cielo, alargándose hacia arriba como si quisieran unirse a las corrientes de color que lo recorren. En las zonas bajas del cuadro, el paisaje se convierte en una auténtica danza de pinceladas curvas que forman colinas, senderos, matorrales y campos. Todo está construido a partir de un movimiento circular que sugiere viento, luz y energía. Los tonos verdes intensos se mezclan con violetas, rosados y amarillos, creando una sensación de terreno vibrante y fértil, donde cada hoja, cada curva del terreno, parece estar viva. Es un lugar que no se percibe como paisaje estático, sino como un espacio donde la naturaleza absorbe la luz y la transforma en formas llenas de ritmo y emoción. En conjunto, el cuadro representa un paisaje transformado por la fuerza del color, convertido en un mundo donde la naturaleza respira, se expande y se agita en una coreografía luminosa. La escena ofrece una experiencia sensorial total, donde cielo, montaña, vegetación y arquitectura se funden en una explosión de energía visual que convierte lo cotidiano en algo extraordinario.