Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Joan Descals, que representa un paisaje rural sereno donde una casa tradicional se funde armónicamente con la naturaleza montañosa que la rodea, evocando tranquilidad, pertenencia y la belleza de lo cotidiano. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones con marco: 63x71x6 cm. · Dimensiones sin marco: 38x46 cm. · Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. · La obra se vende con precioso marco (incluido en la subasta como regalo). La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro muestra una escena idílica y profundamente evocadora de la vida rural, con una casa de campo destacando majestuosa en medio de un amplio paisaje natural. En primer plano, los campos de cereales en tonos ocres y dorados se extienden hacia el horizonte, sugiriendo el final del verano o el inicio del otoño, cuando la cosecha está en su punto álgido. La textura de las pinceladas transmite la suavidad del viento moviendo las espigas, y la tierra parece cargada de historia y trabajo paciente. El color del campo contrasta con la robustez de la construcción, que se alza como símbolo de abrigo y tradición. La casa, con sus tejados rojizos y estructura de piedra, parece haber sido construida para resistir el tiempo. Los detalles arquitectónicos, como el balcón con macetas o el arco de la entrada, aportan humanidad a la escena, haciendo imaginar historias de generaciones que han vivido allí. La vivienda está parcialmente rodeada de árboles y arbustos, lo que refuerza la sensación de intimidad y protección frente a la inmensidad del paisaje. La luz dorada del atardecer acaricia las fachadas, resaltando cada sombra y cada textura con delicadeza. Detrás de la casa, se elevan colinas y montañas cubiertas por una densa vegetación que va oscureciéndose conforme se adentra en la profundidad del cuadro. La atmósfera montañosa sugiere aire puro, serenidad y cierta melancolía. Las siluetas azules y púrpuras de las montañas en la lejanía parecen desvanecerse entre la niebla, creando una transición suave hacia el cielo. Esta superposición de capas naturales da una sensación de profundidad impresionante, casi envolvente. El cielo, aunque discreto, contribuye a la composición con tonos suaves de azul y celeste pálido. No hay dramatismo en las nubes ni en la luz: todo está teñido por una calma luminosa, como si el tiempo estuviese suspendido. La elección de los colores y la forma en que se distribuyen aportan equilibrio visual y emocional, guiando la mirada del espectador desde la tierra hasta las montañas, pasando inevitablemente por el hogar en el centro. En conjunto, este cuadro transmite una profunda sensación de pertenencia y de respeto por el entorno natural. Es una celebración de la vida rural, del arraigo, del paso del tiempo y de la belleza cotidiana que habita en los lugares silenciosos. Es una obra que invita al recogimiento, al recuerdo y a la contemplación lenta, como si cada elemento del paisaje nos susurrara historias de una vida sencilla pero llena de sentido.