Miguel Parra (1780–1846), Círculo de - Carnations in ceremonial repose

1. FICHA TÉCNICA

Título: Claveles en reposo ceremonial

Autor: Atribuido al circulo Miguel Parra (Valencia, 1780 – 1846)

Cronología: ca. 1825–1845

Escuela / Estilo: Escuela valenciana · Bodegón floral académico de transición entre el Neoclasicismo tardío y el primer Romanticismo

Técnica: Óleo sobre lienzo

Medidas:
• 75 × 40 cm (sin marco)
• 85 × 50 cm (con marco)

Soporte: Lienzo de trama fina, preparación tradicional

Marco: Extraordinario marco artesano antiguo, ricamente moldurado, dorado y pintado a mano, de gran calidad decorativa y perfecta adecuación histórica a la obra.

Estado de conservación: Muy bueno; capa pictórica estable, pátina antigua homogénea, leves desgastes acordes a la antigüedad y presenta restauraciones.

2. DESCRIPCIÓN COMPOSITIVA E ICONOGRÁFICA

La obra presenta un ramillete vertical de claveles dispuesto con equilibrio casi arquitectónico, ascendiendo desde la base hacia un fondo verde suavemente difuminado, tratado como un espacio atmosférico más que descriptivo.

Los claveles —rojos profundos, blancos cremosos, rosados empolvados y amarillos cálidos— están construidos mediante una pincelada contenida pero viva, con especial atención al volumen de los pétalos y a la vibración cromática de sus bordes.

Los tallos, largos y flexibles, generan un ritmo sinuoso que aporta elegancia y ligereza al conjunto.

Iconográficamente, el clavel alude tanto a la tradición popular española como a valores simbólicos de constancia, afecto y fugacidad. No se trata de una mera descripción botánica, sino de una naturaleza muerta contemplativa, donde la flor adquiere una presencia casi emocional y silenciosa.

3. ESTILO, ESCUELA, ATRIBUCIÓN Y VALORACIÓN

Desde un punto de vista estilístico, la obra encaja con notable coherencia en la órbita de Miguel Parra, uno de los grandes maestros del bodegón floral valenciano del primer tercio del siglo XIX.

El orden compositivo, la claridad del fondo, la nobleza cromática y la ausencia de artificio barroco remiten directamente a su lenguaje pictórico y al de su círculo inmediato.

La comparación resulta especialmente pertinente con los floreros tardíos de Parra conservados en colecciones institucionales, donde la flor se presenta aislada, dignificada y tratada con una sensibilidad que anticipa ya una mirada más íntima y moderna.

En ese sentido, la obra dialoga —a distancia— con la tradición europea del género, desde Jan van Huysum hasta los floreros decimonónicos franceses, aunque manteniendo un carácter español sobrio y refinado.

Nos encontramos ante una pieza altamente exclusiva, no solo por su calidad pictórica, sino por su formato poco común, su magnífico marco original y su atribución plausible a un entorno artístico bien definido.

Una obra de gran atractivo para coleccionistas de bodegón, pintura española del XIX o amantes de las naturalezas muertas con identidad y misterio.