Tomàs Viver Aymerich (1876–1951) - NO RESERVE - The girl and her doll





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NO RESERVE - The girl and her doll, óleo sobre lienzo español de 1940–1950, vendido con marco.
Descripción del vendedor
TOMÀS VIVER AYMERICH (1876–1951)
La niña del vestido blanco y su muñeca
Óleo sobre lienzo, 60 × 50 cm
Marco: 75 × 65 cm
1. FICHA TÉCNICA
Autor: Tomàs Viver Aymerich (1876–1951)
Escuela: Catalana, primera mitad del siglo XX
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 60 × 50 cm (obra); 75 × 65 cm (con marco)
Firma: Firmado en el ángulo inferior derecho
Soporte: Lienzo tensado sobre bastidor original
Marco: Magnífico marco dorado moldurado, con relieves suaves de línea sinuosa y elegante, que aporta solemnidad y realce al retrato.
Estado: Bueno, con pátina homogénea y craquelado fino acorde con su antigüedad.
2. DESCRIPCIÓN COMPOSITIVA E ICONOGRÁFICA
Obra de exquisita sensibilidad donde Viver Aymerich retrata a una niña en actitud introspectiva, vestida con un luminoso traje blanco ribeteado en tonos rosados. La paleta, dominada por malvas y blancos nacarados, envuelve la escena en una atmósfera suave que realza el carácter íntimo del retrato infantil.
La niña sostiene una muñeca popular de la época —detallada con tonos cálidos y gesto ingenuo—, símbolo de inocencia, afecto y mundo interior. El artista construye el rostro con una precisión extraordinaria: mirada fija, labios entreabiertos y una luz frontal que acaricia la piel, reminiscente de los grandes retratistas catalanes.
Viver demuestra una maestría técnica comparable a Modest Teixidor o Pablo Salinas, y el acabado dulce y emocional recuerda a artistas cotizados como Émile Munier o Godward en su tratamiento de la niñez idealizada.
3. ESTILO, ESCUELA Y VALORACIÓN
Tomàs Viver Aymerich fue un destacado pintor catalán especializado en retrato psicológico, caracterizado por la búsqueda de la expresividad íntima más que por la pose solemne. Esta obra sintetiza su madurez estilística: naturalismo refinado, dominio de la luz y un detallismo delicado que sitúa la pieza dentro del mejor retrato burgués catalán de principios del siglo XX.
La composición equilibrada, la calidad del modelado y el impecable tratamiento de telas y pieles hacen de este retrato una pieza de gran atractivo para coleccionistas de pintura figurativa e infantil. Su rareza y excelente conservación aumentan su interés dentro del mercado especializado.
El vendedor y su historia
TOMÀS VIVER AYMERICH (1876–1951)
La niña del vestido blanco y su muñeca
Óleo sobre lienzo, 60 × 50 cm
Marco: 75 × 65 cm
1. FICHA TÉCNICA
Autor: Tomàs Viver Aymerich (1876–1951)
Escuela: Catalana, primera mitad del siglo XX
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 60 × 50 cm (obra); 75 × 65 cm (con marco)
Firma: Firmado en el ángulo inferior derecho
Soporte: Lienzo tensado sobre bastidor original
Marco: Magnífico marco dorado moldurado, con relieves suaves de línea sinuosa y elegante, que aporta solemnidad y realce al retrato.
Estado: Bueno, con pátina homogénea y craquelado fino acorde con su antigüedad.
2. DESCRIPCIÓN COMPOSITIVA E ICONOGRÁFICA
Obra de exquisita sensibilidad donde Viver Aymerich retrata a una niña en actitud introspectiva, vestida con un luminoso traje blanco ribeteado en tonos rosados. La paleta, dominada por malvas y blancos nacarados, envuelve la escena en una atmósfera suave que realza el carácter íntimo del retrato infantil.
La niña sostiene una muñeca popular de la época —detallada con tonos cálidos y gesto ingenuo—, símbolo de inocencia, afecto y mundo interior. El artista construye el rostro con una precisión extraordinaria: mirada fija, labios entreabiertos y una luz frontal que acaricia la piel, reminiscente de los grandes retratistas catalanes.
Viver demuestra una maestría técnica comparable a Modest Teixidor o Pablo Salinas, y el acabado dulce y emocional recuerda a artistas cotizados como Émile Munier o Godward en su tratamiento de la niñez idealizada.
3. ESTILO, ESCUELA Y VALORACIÓN
Tomàs Viver Aymerich fue un destacado pintor catalán especializado en retrato psicológico, caracterizado por la búsqueda de la expresividad íntima más que por la pose solemne. Esta obra sintetiza su madurez estilística: naturalismo refinado, dominio de la luz y un detallismo delicado que sitúa la pieza dentro del mejor retrato burgués catalán de principios del siglo XX.
La composición equilibrada, la calidad del modelado y el impecable tratamiento de telas y pieles hacen de este retrato una pieza de gran atractivo para coleccionistas de pintura figurativa e infantil. Su rareza y excelente conservación aumentan su interés dentro del mercado especializado.

