Jaume Solé (1941) - Castellfollit de la Roca





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Castellfollit de la Roca, 1980-1990, óleo sobre tabla, de Jaume Solé (1941), España, vendido con marco.
Descripción del vendedor
Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Jaume Solé, que representa la armonía entre la naturaleza y los vestigios históricos, evocando serenidad, memoria y la belleza eterna de los paisajes que perduran en el tiempo. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.
· Dimensiones con marco: 45,5x68x3 cm.
· Dimensiones sin marco: 38,5x61 cm.
· Óleo sobre tabla firmado a mano por el artista en la parte inferior izquierda, Solé.
· La pieza se encuentra en buen estado de conservación.
· La obra se vende con precioso marco (incluido en la subasta como regalo).
La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.
Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.
El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional.
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Este cuadro nos transporta a un paisaje sereno y majestuoso donde la naturaleza y la arquitectura antigua conviven en perfecta armonía. En primer plano se aprecia un pequeño cauce de agua que desciende suavemente por un desnivel, formando una cascada tranquila que refleja la luz del cielo. El río continúa su curso rodeado de vegetación, mientras pequeños arbustos y plantas emergen de las orillas, aportando una sensación de frescura y vida a la composición. El ojo del espectador es naturalmente guiado hacia el centro por la fluidez del agua y la estructura que la contiene, creando una transición natural hacia el fondo del cuadro.
En la parte media de la obra destaca una construcción en tonos terrosos, posiblemente una antigua presa o puente, que se integra con elegancia en el paisaje. Sus líneas rectas contrastan con la suavidad del entorno natural, pero en lugar de imponerse, parece formar parte del lugar desde tiempos remotos, como si fuera un testigo silencioso del paso de los años. Sobre ella, hojas doradas de un árbol alto brillan bajo la luz, sugiriendo la calidez del sol y quizás la llegada del otoño. Esa tonalidad cálida suaviza la escena y aporta un matiz nostálgico y poético.
A medida que la mirada asciende, se encuentra con un escarpado risco coronado por lo que parece ser una antigua torre o fortificación, erguida de manera solemne en la cima. La montaña, cubierta parcialmente de vegetación y marcada por tonos marrones y verdes, se eleva imponente, evocando fuerza y solidez. La presencia de pequeñas edificaciones a lo largo de la ladera sugiere la existencia de un poblado histórico extendido sobre el acantilado, conectado visualmente mediante una línea de murallas o construcciones que acompañan la geografía del terreno. Este detalle aporta profundidad histórica y un aura casi legendaria a la escena.
El cielo, amplio y limpio, baña todo el paisaje en una luz apacible y clara. Tonos azules suaves y algunas nubes esparcidas transmiten calma, equilibrio y serenidad. A lo lejos, montañas difuminadas se asoman, envolviendo el paisaje en un ambiente de tranquilidad y amplitud. La composición crea una sensación de continuidad natural hacia el horizonte, invitando al espectador a imaginar que el lugar se extiende más allá del lienzo, conservando su belleza intacta en cada rincón. No hay presencia humana visible en movimiento, lo que intensifica la paz del entorno y su atmósfera contemplativa.
En conjunto, este cuadro ofrece una visión armoniosa de naturaleza, historia y quietud, evocando un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Cada elemento —el río, la vegetación, las construcciones antiguas y la montaña coronada por la torre— aporta un sentido de equilibrio y nostalgia. La obra invita a reflexionar sobre la relación entre el hombre y el paisaje, sobre la permanencia de ciertos lugares a través de los siglos y sobre la tranquilidad que puede encontrarse en la observación silenciosa de la belleza del mundo. Es una celebración visual de la serenidad, la memoria y la grandeza natural.
El vendedor y su historia
Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Jaume Solé, que representa la armonía entre la naturaleza y los vestigios históricos, evocando serenidad, memoria y la belleza eterna de los paisajes que perduran en el tiempo. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.
· Dimensiones con marco: 45,5x68x3 cm.
· Dimensiones sin marco: 38,5x61 cm.
· Óleo sobre tabla firmado a mano por el artista en la parte inferior izquierda, Solé.
· La pieza se encuentra en buen estado de conservación.
· La obra se vende con precioso marco (incluido en la subasta como regalo).
La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.
Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.
El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional.
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Este cuadro nos transporta a un paisaje sereno y majestuoso donde la naturaleza y la arquitectura antigua conviven en perfecta armonía. En primer plano se aprecia un pequeño cauce de agua que desciende suavemente por un desnivel, formando una cascada tranquila que refleja la luz del cielo. El río continúa su curso rodeado de vegetación, mientras pequeños arbustos y plantas emergen de las orillas, aportando una sensación de frescura y vida a la composición. El ojo del espectador es naturalmente guiado hacia el centro por la fluidez del agua y la estructura que la contiene, creando una transición natural hacia el fondo del cuadro.
En la parte media de la obra destaca una construcción en tonos terrosos, posiblemente una antigua presa o puente, que se integra con elegancia en el paisaje. Sus líneas rectas contrastan con la suavidad del entorno natural, pero en lugar de imponerse, parece formar parte del lugar desde tiempos remotos, como si fuera un testigo silencioso del paso de los años. Sobre ella, hojas doradas de un árbol alto brillan bajo la luz, sugiriendo la calidez del sol y quizás la llegada del otoño. Esa tonalidad cálida suaviza la escena y aporta un matiz nostálgico y poético.
A medida que la mirada asciende, se encuentra con un escarpado risco coronado por lo que parece ser una antigua torre o fortificación, erguida de manera solemne en la cima. La montaña, cubierta parcialmente de vegetación y marcada por tonos marrones y verdes, se eleva imponente, evocando fuerza y solidez. La presencia de pequeñas edificaciones a lo largo de la ladera sugiere la existencia de un poblado histórico extendido sobre el acantilado, conectado visualmente mediante una línea de murallas o construcciones que acompañan la geografía del terreno. Este detalle aporta profundidad histórica y un aura casi legendaria a la escena.
El cielo, amplio y limpio, baña todo el paisaje en una luz apacible y clara. Tonos azules suaves y algunas nubes esparcidas transmiten calma, equilibrio y serenidad. A lo lejos, montañas difuminadas se asoman, envolviendo el paisaje en un ambiente de tranquilidad y amplitud. La composición crea una sensación de continuidad natural hacia el horizonte, invitando al espectador a imaginar que el lugar se extiende más allá del lienzo, conservando su belleza intacta en cada rincón. No hay presencia humana visible en movimiento, lo que intensifica la paz del entorno y su atmósfera contemplativa.
En conjunto, este cuadro ofrece una visión armoniosa de naturaleza, historia y quietud, evocando un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Cada elemento —el río, la vegetación, las construcciones antiguas y la montaña coronada por la torre— aporta un sentido de equilibrio y nostalgia. La obra invita a reflexionar sobre la relación entre el hombre y el paisaje, sobre la permanencia de ciertos lugares a través de los siglos y sobre la tranquilidad que puede encontrarse en la observación silenciosa de la belleza del mundo. Es una celebración visual de la serenidad, la memoria y la grandeza natural.

