Vitaly Leshukov Soldatov (1968) - La colina ondulante






Graduada como subastadora francesa y trabajó en el departamento de tasación de Sotheby’s París.
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La colina ondulante, óleo sobre lienzo, España (1990-2000) de Vitaly Leshukov Soldatov (1968), firmado a mano, original.
Descripción del vendedor
Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Vitaly Leshukov, que representa un paisaje fantástico donde la naturaleza se mueve con vida propia, envolviendo a una pequeña casa en un universo lleno de color, energía y dinamismo. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.
· Dimensiones de la obra: 55x46x2 cm.
· Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, Leshukov.
· La pieza se encuentra en perfecto estado de conservación.
La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.
Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.
El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional.
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Este cuadro nos introduce en un mundo donde la naturaleza y la imaginación se fusionan en una danza vibrante de formas y colores. Desde el primer vistazo, la obra transmite la sensación de un paisaje que pulsa con vida propia, como si cada trazo fuera una corriente de energía que atraviesa el lienzo. En el centro, ligeramente inclinado, aparece una pequeña casa de tejado rojo y paredes claras, cuya forma parece adaptarse al movimiento ondulante que domina el entorno. Sus ventanas y su puerta se asoman tímidamente, dando la impresión de ser un refugio acogedor en medio de un universo que fluye sin cesar. La luz cálida del cielo, teñida de tonos rosados y naranjas, envuelve la escena con un aura mágica, casi onírica.
Los árboles que rodean la vivienda cobran un protagonismo absoluto gracias a sus formas retorcidas y sinuosas, que parecen estirarse, girar y expandirse siguiendo un ritmo invisible. Los troncos y las ramas se entrelazan en un movimiento ascendente, proyectando sombras de verdes intensos y azules profundos que contrastan con el cielo luminoso. Estos árboles no se limitan a ser elementos del paisaje; poseen una presencia casi espiritual, como si fuesen guardianes de un mundo secreto donde todo está en permanente transformación. Sus copas, vibrantes y dinámicas, parecen danzar al son del viento, invitando al espectador a sumergirse en un escenario que desafía la quietud.
El terreno, lejos de ser un suelo estático, se convierte en un río de colores que serpentean y se mezclan en direcciones imprevisibles. Ondas de verdes, rojos, azules, naranjas y amarillos recorren la superficie como corrientes vivas, marcando un ritmo visual intenso que domina el primer plano del cuadro. Estas líneas de color transmiten la sensación de un paisaje que respira, que se expande y se contrae en un flujo constante. El espectador siente la vibración del terreno, como si la propia tierra estuviera en movimiento, guiando la vista hacia la casa que se convierte en un punto de silencio dentro del caos armonioso del entorno.
Las montañas y colinas del fondo, aunque menos detalladas, no pierden la energía vibrante del resto de la composición. Sus formas ondulantes se desdibujan entre tonos azulados y lilas, creando un contraste suave que aporta profundidad sin romper la magia del conjunto. Estas elevaciones, envueltas en una atmósfera casi mística, establecen un equilibrio entre lo cercano y lo lejano, lo tangible y lo imaginado. El color domina cada rincón del paisaje, pero siempre con un sentido expresivo que comunica emoción, movimiento y libertad creativa.
En conjunto, el cuadro ofrece una visión fantástica de un paisaje impregnado de dinamismo y color, donde la casa representa un remanso de calma dentro de una naturaleza que parece estar viva y en constante transformación. La obra invita a contemplar un universo que va más allá de lo real, un espacio donde las emociones se traducen en formas ondulantes y colores intensos, creando un escenario que desborda imaginación, energía y poesía visual. Es una escena que envuelve al espectador y lo transporta a un mundo donde la vida fluye sin límites.
El vendedor y su historia
Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Vitaly Leshukov, que representa un paisaje fantástico donde la naturaleza se mueve con vida propia, envolviendo a una pequeña casa en un universo lleno de color, energía y dinamismo. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.
· Dimensiones de la obra: 55x46x2 cm.
· Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, Leshukov.
· La pieza se encuentra en perfecto estado de conservación.
La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.
Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.
El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional.
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Este cuadro nos introduce en un mundo donde la naturaleza y la imaginación se fusionan en una danza vibrante de formas y colores. Desde el primer vistazo, la obra transmite la sensación de un paisaje que pulsa con vida propia, como si cada trazo fuera una corriente de energía que atraviesa el lienzo. En el centro, ligeramente inclinado, aparece una pequeña casa de tejado rojo y paredes claras, cuya forma parece adaptarse al movimiento ondulante que domina el entorno. Sus ventanas y su puerta se asoman tímidamente, dando la impresión de ser un refugio acogedor en medio de un universo que fluye sin cesar. La luz cálida del cielo, teñida de tonos rosados y naranjas, envuelve la escena con un aura mágica, casi onírica.
Los árboles que rodean la vivienda cobran un protagonismo absoluto gracias a sus formas retorcidas y sinuosas, que parecen estirarse, girar y expandirse siguiendo un ritmo invisible. Los troncos y las ramas se entrelazan en un movimiento ascendente, proyectando sombras de verdes intensos y azules profundos que contrastan con el cielo luminoso. Estos árboles no se limitan a ser elementos del paisaje; poseen una presencia casi espiritual, como si fuesen guardianes de un mundo secreto donde todo está en permanente transformación. Sus copas, vibrantes y dinámicas, parecen danzar al son del viento, invitando al espectador a sumergirse en un escenario que desafía la quietud.
El terreno, lejos de ser un suelo estático, se convierte en un río de colores que serpentean y se mezclan en direcciones imprevisibles. Ondas de verdes, rojos, azules, naranjas y amarillos recorren la superficie como corrientes vivas, marcando un ritmo visual intenso que domina el primer plano del cuadro. Estas líneas de color transmiten la sensación de un paisaje que respira, que se expande y se contrae en un flujo constante. El espectador siente la vibración del terreno, como si la propia tierra estuviera en movimiento, guiando la vista hacia la casa que se convierte en un punto de silencio dentro del caos armonioso del entorno.
Las montañas y colinas del fondo, aunque menos detalladas, no pierden la energía vibrante del resto de la composición. Sus formas ondulantes se desdibujan entre tonos azulados y lilas, creando un contraste suave que aporta profundidad sin romper la magia del conjunto. Estas elevaciones, envueltas en una atmósfera casi mística, establecen un equilibrio entre lo cercano y lo lejano, lo tangible y lo imaginado. El color domina cada rincón del paisaje, pero siempre con un sentido expresivo que comunica emoción, movimiento y libertad creativa.
En conjunto, el cuadro ofrece una visión fantástica de un paisaje impregnado de dinamismo y color, donde la casa representa un remanso de calma dentro de una naturaleza que parece estar viva y en constante transformación. La obra invita a contemplar un universo que va más allá de lo real, un espacio donde las emociones se traducen en formas ondulantes y colores intensos, creando un escenario que desborda imaginación, energía y poesía visual. Es una escena que envuelve al espectador y lo transporta a un mundo donde la vida fluye sin límites.
