Lluís Domingo Abelló (1917) - El canto de la espesura · XXL FORMAT

Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Domingo Abelló, que representa un paisaje vibrante y húmedo donde la vegetación y los reflejos crean un ambiente lleno de vida, movimiento y energía natural. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.

· Dimensiones de la obra: 97x130x2 cm.
· Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte posterior de la obra.
· La pieza se encuentra en buen estado de conservación.

La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.

Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.

El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
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Este cuadro nos introduce en un paisaje que parece surgir de la memoria del agua y la espesura vegetal, un escenario donde la naturaleza se expande en formas libres, vibrantes y casi musicales. Desde el primer vistazo, el espectador se sumerge en una composición densa, saturada de color y marcada por una sucesión de pinceladas que evocan movimiento continuo. Verdes intensos, amarillos brillantes, tonos rojizos suavizados y azules profundos se mezclan en un diálogo cromático que recrea un entorno lleno de vida. El conjunto transmite una sensación inmediata de frescura, como si la escena estuviera impregnada del sonido del viento, del murmullo del agua y del susurro de la vegetación.
En el centro de la obra se adivinan formas que sugieren la presencia de un estanque o un área húmeda donde el agua, aunque no aparece representada de manera explícita, se percibe a través de las variaciones tonales y los reflejos insinuados. Las pinceladas horizontales, en tonos plateados, azulados y verdosos, evocan la superficie ondulante de un cuerpo de agua que recoge los colores del entorno. Esta zona, más calmada y luminosa, actúa como un punto de descanso visual dentro de la riqueza cromática que domina la pintura, aportando equilibrio a la composición.
La vegetación que rodea este posible estanque se representa con una intensidad casi salvaje. Los trazos verticales y oblicuos, superpuestos unos sobre otros, generan la ilusión de juncos, matorrales, hojas densas y vegetación propia de un paisaje húmedo y frondoso. La variedad de tonos —que va desde verdes fríos hasta amarillos cálidos, pasando por pinceladas oscuras que simulan sombras profundas— transmite la sensación de un espacio saturado de vida. El espectador tiene la impresión de que cada fragmento del lienzo respira, se mueve y crece sin pausa.
En la parte superior de la pintura, los colores se vuelven más difusos y expansivos, como si la luz filtrada por un follaje denso suavizara el ambiente. Los tonos rosados, azulados y amarillentos parecen mezclarse en una bruma cálida, sugiriendo un cielo oculto tras la masa vegetal o la sensación de un atardecer apenas visible entre ramas. La transición entre estas zonas de color forma un paisaje que oscila entre la representación natural y la interpretación emocional, permitiendo al espectador perderse en un universo donde la forma se sugiere más que se define.
En conjunto, esta obra transmite la impresión de un paisaje vibrante, húmedo y profundamente vivo, donde la naturaleza parece expandirse en múltiples direcciones sin restricciones. El movimiento constante de las pinceladas, la riqueza cromática y la ausencia de figuras humanas refuerzan la sensación de un espacio autónomo, casi místico, que invita a la contemplación lenta. Es un cuadro que celebra la fuerza, la energía y la poesía del mundo natural, capturando no solo su apariencia sino también su espíritu cambiante.

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