Tristan Mottier - Nordeuil

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1/30 para la que se muestra.
Dimensiones: 60/40 cm

Perdida en un paisaje frío y desolado, una casa solitaria se alza frente a la inmensidad. La luz gris apenas revela sus contornos, como si dudara en mostrarla por completo. Parece mantenerse en pie por instinto, por terquedad, también por cansancio — como el hombre que podría vivir allí.

Alrededor de ella, nada.
El silencio, la niebla, el aire espeso que aplasta el mundo.
Una atmósfera que no protege: expone. Despoja. Muestra lo que usualmente ocultamos.

Esta escena no es un paisaje.
Es un estado de ánimo materializado.

En y se lee el aislamiento voluntario, el desgaste interior, el retiro del ruido, la negativa al sistema, la búsqueda de un lugar donde finalmente se pueda respirar, incluso si el aire es pesado.
Es una visión cruda, casi primitiva, de un hombre que ha elegido desaparecer un poco para encontrarse completamente.

la casa se convierte en un espejo
Un refugio frágil, tenaz, construido en la frontera de la resiliencia y la renuncia.
Un refugio para quienes caminan solos, para quienes siguen adelante a pesar del agotamiento, para quienes conocen la depresión sin nunca usar la palabra.

La obra captura este momento en el que ya no huimos del mundo…
de eso se sale
Nos convertimos en otra cosa.
Se convierte en ermitaño de uno mismo.