Lorenzo Valdieri (1980) - Soffio di Luce





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Soffio di Luz, óleo sobre lienzo de Lorenzo Valdieri (1980), 2020+, 40 x 30 cm, Italia, estilo clásico, firmado a mano, original.
Descripción del vendedor
Suspiro de Luz
Artista: Lorenzo Valdieri
La obra representa una figura femenina suspendida en una atmósfera etérea, sumergida en un torbellino de luz, viento y color. La mujer, capturada en un momento de tranquila éxtasis, inclina la cabeza con gracia, con los ojos entrecerrados como si percibiera un llamado interior. La tez delicada y luminosa se funde con la suavidad de las pinceladas que modelan su cuerpo, otorgándole una presencia casi sobrenatural.
Los largos cabellos rojo-ramati se levantan y se extienden como llamas movidas por una brisa impalpable, creando un contraste vibrante con el cielo oscuro y vaporoso que hace de fondo. La paleta alterna tonos cálidos — naranja, cobre, oro — con profundos azules y grises humeantes, que envuelven la escena en una dimensión onírica y dramática.
El vestido, una cascada de blanco perlado, parece estar hecho más de luz que de tela: se enrosca, se abre, se disuelve en pinceladas suaves que evocan la transparencia del agua o la ligereza de las nubes. La textura del óleo captura cada arruga con un realismo poético, casi táctil.
La pintura transmite una sensación de movimiento perpetuo, de transformación y renacimiento. La figura, al mismo tiempo terrenal y celestial, aparece como un emblema de gracia libre, impulsada por un viento interior que la conduce hacia una dimensión luminosa e intangible.
Suspiro de Luz
Artista: Lorenzo Valdieri
La obra representa una figura femenina suspendida en una atmósfera etérea, sumergida en un torbellino de luz, viento y color. La mujer, capturada en un momento de tranquila éxtasis, inclina la cabeza con gracia, con los ojos entrecerrados como si percibiera un llamado interior. La tez delicada y luminosa se funde con la suavidad de las pinceladas que modelan su cuerpo, otorgándole una presencia casi sobrenatural.
Los largos cabellos rojo-ramati se levantan y se extienden como llamas movidas por una brisa impalpable, creando un contraste vibrante con el cielo oscuro y vaporoso que hace de fondo. La paleta alterna tonos cálidos — naranja, cobre, oro — con profundos azules y grises humeantes, que envuelven la escena en una dimensión onírica y dramática.
El vestido, una cascada de blanco perlado, parece estar hecho más de luz que de tela: se enrosca, se abre, se disuelve en pinceladas suaves que evocan la transparencia del agua o la ligereza de las nubes. La textura del óleo captura cada arruga con un realismo poético, casi táctil.
La pintura transmite una sensación de movimiento perpetuo, de transformación y renacimiento. La figura, al mismo tiempo terrenal y celestial, aparece como un emblema de gracia libre, impulsada por un viento interior que la conduce hacia una dimensión luminosa e intangible.

