Antigua Roma Fragmento de un mosaico con la imagen de dos máscaras teatrales. Siglo II - III d.C. Ancho 100 cm.

Fragmento de un mosaico con la imagen de dos máscaras teatrales.

Imperio Romano, siglos II - III d.C.

Azulejos de mármol.

TAMAÑO: Ancho 100 cm, alto 47 cm. Marco: ancho 110 cm, alto 59 cm.

PROVENANCE
Colección privada, Malibu, California, EE. UU., adquirida antes de 1980.
- Mercado de arte de Nueva York hasta 2023.

CONDICIÓN: Buen estado, montado en soporte moderno.

Bibliografía

- DUNBABIN, K. Mosaicos del mundo griego y romano. Cambridge University Press. 1999.
- ÖNAL, M. Mosaicos Zeugma. A Turizm Yayinlari. 2009.

PARALLELS

Fig. 1 Mosaico con figura femenina, Casa de la Barca de las Psyches. Antioquía del Orontes, Turquía, s. II-III d.C., opus tessellatum. Musée du Louvre, París, inv. MND 1951, MA 3460.

Fig. 2 Mosaico con máscara teatral, Casa del Fauno. Pompeya, siglo II a.C., opus vermiculatum. Museo Arqueológico Nazionale di Napoli (Italia), inv. 9994.

DESCRIPCIÓN:

Fragmento de mosaico romano realizado con la técnica opus tessellatum, con tesserae de mármol cúbico que abarcan una amplia gama cromática, permitiendo combinar las áreas planas de color con el modelado de luz de los rostros, basado en gradaciones tonales. Esta búsqueda de la tridimensionalidad en los motivos figurativos es típica del mosaico imperial romano (fig. 1), a diferencia de la representación más simbólica y bidimensional del período bizantino, donde el modelado ilusionista se reservaba preferentemente para elementos secundarios vegetales, animales o arquitectónicos.

El motivo principal son dos máscaras teatrales, una masculina y una femenina, representadas de frente al espectador en un plano del suelo, acompañadas por un bastón decorado con cintas y un objeto ovalado, quizás un cojín o un recipiente invertido. Este diseño está enmarcado por bandas de color plano en tonos negro, blanco y ocre. En la representación central, la paleta se amplía, usando diferentes tonalidades de blanco, rojo, amarillo y marrón para modelar los rostros de las máscaras y otros detalles, buscando un cierto efecto tridimensional.

Las máscaras de teatro son un elemento ornamental común en Roma, generalmente en relación con el mundo dionisíaco y los valores asociados a él, ideas de una existencia feliz, agradable, hermosa y alegre. Por lo tanto, eran elementos favorables para decorar la esfera privada, por lo que se encontrarán principalmente en los jardines de casas y villas romanas como elementos ornamentales relacionados con la celebración de la vida.

Por lo general, la representación de la máscara teatral en mosaico o pintura de fresco reproduce el objeto real utilizado en el escenario, con la boca abierta para que la voz del actor se proyecte (fig. 2). Sin embargo, en este caso, se trata de representaciones simbólicas que no parecen reproducir modelos específicos de personajes canónicos del teatro, sino directamente los arquetipos que representan. La máscara masculina es barbada, con una expresión serena, y posiblemente representa al paterfamilias, el líder de la familia y del hogar. A su lado, la figura femenina con rostro severo y ceño fruncido representaría a su esposa, la matrona responsable del buen funcionamiento y la armonía del hogar.

El arte del mosaico llega a Roma desde Grecia y pronto constituirá toda una industria, alcanzando niveles de calidad nunca antes vistos. Su difusión fue tal que se convirtió en la principal forma de ornamentación de cualquier villa o casa romana. En Roma, los mosaicos se construían con pequeñas piezas llamadas tesserae (de ahí el nombre opus tessellatum), piezas cúbicas de rocas calizas, vidrio o cerámica, de diferentes tamaños. Estas baldosas se colocaban en la superficie a decorar como un rompecabezas, distribuyendo el color y la forma según el diseño, y se fijaban con cemento. Una segunda técnica, llamada opus vermiculatum, utilizaba baldosas de diferentes formas, que se adaptaban al diseño.

Al principio, cuando el arte del mosaico comenzó a desarrollarse en Roma, se utilizaba principalmente para decorar techos o paredes y rara vez los suelos, porque se temía que no ofreciera suficiente resistencia a los pasos. Sin embargo, una vez perfeccionada la técnica, se logró la solidez necesaria para poder aplicarla a los suelos, lo que favoreció la difusión en todo el Imperio de su uso para la producción de suelos de lujo.

La creciente importancia de la industria del mosaico se refleja en regulaciones imperiales como las llevadas a cabo por Diocleciano en el siglo III, que establecieron rangos de precios muy precisos, o por las facilidades concedidas por Constantino a los mosaístas cuando trasladó la capital del Imperio a Bizancio en el año 330, facilitando el éxodo de maestros griegos y romanos hacia la nueva capital y sentando así las bases del famoso mosaico bizantino.



Notas:

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