Domingo Alvarez Gomez (1942) - Instante eterno

Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Domingo Alvarez, que representa la introspección íntima y sensual de una mujer idealizada, que emerge desde la sombra con fuerza emocional y delicadeza femenina. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.

· Dimensiones con marco: 59x44x3 cm.
· Dimensiones sin marco: 53,5x38 cm.
· Pastel firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, Domingo.
· La pieza se encuentra en buen estado de conservación.
· La obra se vende con precioso marco con metacrilato protector (incluido en la subasta como regalo).

La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.

Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.

El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
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Este cuadro representa una escena de belleza femenina idealizada y romántica, donde la figura principal es una mujer de rostro sereno y gesto introspectivo que gira levemente la cabeza hacia su hombro izquierdo, como si estuviera atrapada en un pensamiento profundo o en un susurro del alma. Su rostro, de una delicadeza extraordinaria, está iluminado por una luz suave que resalta sus pómulos, labios y pestañas, proyectando una expresión cargada de sensualidad melancólica. La rosa rosada colocada con naturalidad sobre su cabello oscuro acentúa su feminidad y añade un detalle de sutil coquetería, evocando al mismo tiempo la fragilidad y la fuerza de lo femenino.
La vestimenta de la figura es una conjunción de elegancia y fantasía. Un corsé claro, adornado con delicados bordes y pequeños borlones, deja al descubierto gran parte de su torso, revelando la armonía de sus formas. El cuerpo está envuelto parcialmente por un tul o velo de tonos púrpuras, que cae suavemente en su regazo y hombros, generando un contraste con el fondo oscuro y misterioso que rodea toda la composición. Esta atmósfera íntima parece susurrar secretos invisibles, enmarcando el cuerpo de la mujer como si emergiera de un sueño o de un recuerdo suspendido en el tiempo.
La pose de la mujer transmite una confianza silenciosa, una seguridad nacida de la introspección y la aceptación de su identidad. No hay en ella ni provocación ni inocencia exagerada, sino un equilibrio entre la contemplación y la afirmación de su belleza. Cada detalle de la anatomía está tratado con esmero, resaltando el juego de luces y sombras en la piel que le da un efecto casi escultórico. La composición se convierte así en una celebración de la sensualidad dignificada y el misterio que puede habitar en un solo gesto.
El fondo, completamente oscuro y ausente de elementos adicionales, concentra toda la atención en la figura, envolviéndola en un silencio que potencia aún más su magnetismo. Esta decisión compositiva permite que los matices más sutiles del color y la forma adquieran protagonismo absoluto. La rosa, el rostro, los labios, el cuello esbelto, el pecho insinuado, todo parece hablar en voz baja, como si el cuadro respirara una melodía muda que solo puede escucharse con los ojos.
En conjunto, la obra sugiere una mezcla de sensualidad, introspección y belleza clásica, casi como una musa moderna que dialoga con el espectador desde la profundidad de su mundo interior. La fusión entre el erotismo elegante y la expresión emocional contenida genera una imagen poderosa, evocadora, que invita a contemplar más allá de la superficie.