Roberto Montanaro - Banana Unchained #1






Tiene una licenciatura en historia del arte y una maestría en gestión artística y cultural.
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Roberto Montanaro presenta Banana Unchained #1, original de 2025 en técnica mixta con pintura acrílica en una composición Pop Art azul y amarilla, vendido con marco, 31,2 cm de alto por 25,1 cm de ancho, 1 kg, procedente de Italia, en excelentes condiciones.
Descripción del vendedor
En un mundo del arte aún obsesionado con la Comedian de Maurizio Cattelan — la famosa banana real pegada a la pared con cinta adhesiva gris — esta obra matérica llega como una respuesta vibrante, irónica y musculada. Si la obra de Cattelan representaba la pasividad del objeto, este cuadro escultura representa la acción, la rebelión y la permanencia.
Más allá de Cattelan, la referencia es inequívoca, pero aquí el artista realiza una operación de inversión semántica. En la Comedian, la banana es una víctima: una fruta perecedera, atrapada contra su voluntad, destinada a pudrirse o a ser comida. En esta obra, la banana ya no es solo una fruta: es un personaje antropomórfico. Dotada de brazos musculosos y de una postura heroica, ha arrancado esa cinta adhesiva que la definía como 'broma'. Es la venganza del objeto de arte que se niega a ser efímero.
El impacto visual es puramente Pop Art.
La elección de un azul eléctrico monocromático (que recuerda casi al International Klein Blue o a las esculturas de Jeff Koons) para el sujeto crea un contraste violento y juguetón con el amarillo saturado del fondo. Esta combinación de colores primarios/complementarios capta inmediatamente la atención y subraya la naturaleza artificial de la obra. No estamos mirando la naturaleza, estamos mirando una idea.
La claridad del acabado confiere a la obra un aspecto 'plasticoso' y comercial, típico de la estética toy art. La cinta adhesiva, representada de manera escultórica y rígida, cristaliza el momento del desgarro.
La elección de enmarcar el objeto en una shadow box (marco profundo) eleva el sujeto de una simple decoración a una pieza de museo. La composición está centrada, pero el movimiento de los brazos crea una dinamismo que rompe la staticidad del marco. Vemos la tensión en los 'músculos' de la banana mientras arruga la cinta que en su día la mantenía prisionera.
Esta obra es un comentario meta-divertido e inteligente sobre el arte contemporáneo. Si Cattelan nos ha dicho que "todo puede ser arte si está colgado en la pared", este artista nos responde que "el arte está vivo y se libera de las etiquetas".
Es una pieza que arranca una sonrisa, perfecta para quienes aman el diseño audaz y no temen a un toque de kitsch consciente. Representa la síntesis perfecta entre la ironía conceptual y el placer estético de la Pop Art moderna.
En un mundo del arte aún obsesionado con la Comedian de Maurizio Cattelan — la famosa banana real pegada a la pared con cinta adhesiva gris — esta obra matérica llega como una respuesta vibrante, irónica y musculada. Si la obra de Cattelan representaba la pasividad del objeto, este cuadro escultura representa la acción, la rebelión y la permanencia.
Más allá de Cattelan, la referencia es inequívoca, pero aquí el artista realiza una operación de inversión semántica. En la Comedian, la banana es una víctima: una fruta perecedera, atrapada contra su voluntad, destinada a pudrirse o a ser comida. En esta obra, la banana ya no es solo una fruta: es un personaje antropomórfico. Dotada de brazos musculosos y de una postura heroica, ha arrancado esa cinta adhesiva que la definía como 'broma'. Es la venganza del objeto de arte que se niega a ser efímero.
El impacto visual es puramente Pop Art.
La elección de un azul eléctrico monocromático (que recuerda casi al International Klein Blue o a las esculturas de Jeff Koons) para el sujeto crea un contraste violento y juguetón con el amarillo saturado del fondo. Esta combinación de colores primarios/complementarios capta inmediatamente la atención y subraya la naturaleza artificial de la obra. No estamos mirando la naturaleza, estamos mirando una idea.
La claridad del acabado confiere a la obra un aspecto 'plasticoso' y comercial, típico de la estética toy art. La cinta adhesiva, representada de manera escultórica y rígida, cristaliza el momento del desgarro.
La elección de enmarcar el objeto en una shadow box (marco profundo) eleva el sujeto de una simple decoración a una pieza de museo. La composición está centrada, pero el movimiento de los brazos crea una dinamismo que rompe la staticidad del marco. Vemos la tensión en los 'músculos' de la banana mientras arruga la cinta que en su día la mantenía prisionera.
Esta obra es un comentario meta-divertido e inteligente sobre el arte contemporáneo. Si Cattelan nos ha dicho que "todo puede ser arte si está colgado en la pared", este artista nos responde que "el arte está vivo y se libera de las etiquetas".
Es una pieza que arranca una sonrisa, perfecta para quienes aman el diseño audaz y no temen a un toque de kitsch consciente. Representa la síntesis perfecta entre la ironía conceptual y el placer estético de la Pop Art moderna.
