Michel Suret-Canale (XX-XXI) - Hommage silencieux à Nicolas de Staël, XL






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Original óleo sobre lienzo de Michel Suret-Canale (Francia), 2025, titulado Hommage silencieux à Nicolas de Staël, XL, 100 × 70 cm, firmado a mano, en excelente estado, paisaje en estilo impresionista, peso 4 kg.
Descripción del vendedor
« Silence » — Homenaje a Nicolas de Staël
Óleo sobre lienzo, 70 × 100 cm, Suret-Canale, 2025
Con esta tela amplia y vibrante, Michel Suret-Canale propone un homenaje profundamente personal a Nicolas de Staël, no en la imitación — imposible e inútil — sino en la reinterpretación viva de un gesto fundacional: la búsqueda de una síntesis pictórica nacida del viaje, del dibujo y del silencio interior.
La obra se presenta como una arquitectura colorida, construida por capas gruesas, empastes y planos cortantes, donde se equilibran masas oscuras y destellos luminosos. Los bloques de colores — rojos, ocres, azules, verdes profundos — se organizan como fragmentos recomponidos de un paisaje mental, a la vez abstracto y habitado. En el centro, un detalle diminuto capta la atención:
La silueta de un hombre con su bicicleta, figura casi secreta, depositada como un guiño humilde y discreto a un episodio fundacional de la vida de Staël.
Antes de ser el pintor de la densidad cromática que conocemos, Staël fue un caminante, un viajero en bicicleta, que en 1936 atravesó España en guerra. Este periplo no es solo una aventura biográfica: fue el momento en que Staël, aún muy joven, comprendió que el mundo no se captura ni con la fotografía ni con la memoria pura, sino mediante el dibujo incansable.
Durante este viaje, llena cuadernos tras cuadernos: ciudades en ruinas, siluetas entre vistas, arquitecturas abruptas, horizontes recortados. Es allí, ya, donde se forma la idea de una pintura hecha de bloques, de tensiones, de masas esenciales, como si la realidad debiera ser reconstruida por la mano, pacientemente, en la soledad del trazo.
Suret-Canale no busca aquí reconstruir un estilo: busca continuar su impulso.
La tela se lee como un palimpsesto de memoria y pintura, un mapa interior donde cada color es un lugar, cada rectángulo una etapa, cada superposición un recuerdo que insiste. La inscripción en cirílico, 'tichina' grabada en la materia — тишина, «silencio» — otorga a todo una tonalidad metafísica: la pintura se convierte en un espacio de recogimiento, un homenaje a la concentración absoluta que Staël reclamaba para su trabajo y un guiño a su origen ruso.
Se deduce en esta composición un relato implícito.
— el silencio del viajero ;
la inmensidad del mundo que atraviesa
— la fragmentación del real, que solo la pintura puede reunir;
Y este ciclista minúsculo, obstinado, frágil, pero avanzando con una determinación casi espiritual.
Esta figura en bicicleta se convierte en el emblema del peregrinaje interior del pintor — aquel de Staël en el pasado, y el de Suret-Canale en la actualidad. Ella expresa lo que todos los pintores saben: que uno viaja para ver, pero pinta para entender.
En «Silencio», el color no es decorativo: es materia-mundo, energía concentrada, impulso de existencia. El negro profundo de la parte superior, los azules saturados, los amarillos densos, los rojos incandescentes componen una especie de sinfonía abrupta, donde la luz siempre termina por atravesar. La tela así conserva algo de Staël, pero filtrado por un lenguaje decididamente contemporáneo: más libre, más narrativo, más alusivo.
« Silencio » es por tanto un homenaje, pero también una reafirmación del poder del gesto: pintar, es reconstruir la realidad a partir del caos; avanzar, es dar sentido a los fragmentos.
Una pieza fuerte, vibrante, que habla tanto de pintura como de destino.
« Silence » — Homenaje a Nicolas de Staël
Óleo sobre lienzo, 70 × 100 cm, Suret-Canale, 2025
Con esta tela amplia y vibrante, Michel Suret-Canale propone un homenaje profundamente personal a Nicolas de Staël, no en la imitación — imposible e inútil — sino en la reinterpretación viva de un gesto fundacional: la búsqueda de una síntesis pictórica nacida del viaje, del dibujo y del silencio interior.
La obra se presenta como una arquitectura colorida, construida por capas gruesas, empastes y planos cortantes, donde se equilibran masas oscuras y destellos luminosos. Los bloques de colores — rojos, ocres, azules, verdes profundos — se organizan como fragmentos recomponidos de un paisaje mental, a la vez abstracto y habitado. En el centro, un detalle diminuto capta la atención:
La silueta de un hombre con su bicicleta, figura casi secreta, depositada como un guiño humilde y discreto a un episodio fundacional de la vida de Staël.
Antes de ser el pintor de la densidad cromática que conocemos, Staël fue un caminante, un viajero en bicicleta, que en 1936 atravesó España en guerra. Este periplo no es solo una aventura biográfica: fue el momento en que Staël, aún muy joven, comprendió que el mundo no se captura ni con la fotografía ni con la memoria pura, sino mediante el dibujo incansable.
Durante este viaje, llena cuadernos tras cuadernos: ciudades en ruinas, siluetas entre vistas, arquitecturas abruptas, horizontes recortados. Es allí, ya, donde se forma la idea de una pintura hecha de bloques, de tensiones, de masas esenciales, como si la realidad debiera ser reconstruida por la mano, pacientemente, en la soledad del trazo.
Suret-Canale no busca aquí reconstruir un estilo: busca continuar su impulso.
La tela se lee como un palimpsesto de memoria y pintura, un mapa interior donde cada color es un lugar, cada rectángulo una etapa, cada superposición un recuerdo que insiste. La inscripción en cirílico, 'tichina' grabada en la materia — тишина, «silencio» — otorga a todo una tonalidad metafísica: la pintura se convierte en un espacio de recogimiento, un homenaje a la concentración absoluta que Staël reclamaba para su trabajo y un guiño a su origen ruso.
Se deduce en esta composición un relato implícito.
— el silencio del viajero ;
la inmensidad del mundo que atraviesa
— la fragmentación del real, que solo la pintura puede reunir;
Y este ciclista minúsculo, obstinado, frágil, pero avanzando con una determinación casi espiritual.
Esta figura en bicicleta se convierte en el emblema del peregrinaje interior del pintor — aquel de Staël en el pasado, y el de Suret-Canale en la actualidad. Ella expresa lo que todos los pintores saben: que uno viaja para ver, pero pinta para entender.
En «Silencio», el color no es decorativo: es materia-mundo, energía concentrada, impulso de existencia. El negro profundo de la parte superior, los azules saturados, los amarillos densos, los rojos incandescentes componen una especie de sinfonía abrupta, donde la luz siempre termina por atravesar. La tela así conserva algo de Staël, pero filtrado por un lenguaje decididamente contemporáneo: más libre, más narrativo, más alusivo.
« Silencio » es por tanto un homenaje, pero también una reafirmación del poder del gesto: pintar, es reconstruir la realidad a partir del caos; avanzar, es dar sentido a los fragmentos.
Una pieza fuerte, vibrante, que habla tanto de pintura como de destino.
