Michel Suret-Canale (XX-XXI) - Juste une bouteille XL

« Solo una botella » — Aceite sobre lienzo, 2025

En esta obra titulada «Solo una botella», Michel Suret-Canale aborda un tema de una sencillez casi provocadora: una botella, nada más.
Pero es precisamente en esta aparente insignificancia donde reside la fuerza de la pintura. Porque aquí, como en Morandi, Cézanne o incluso Chardin, el motivo no es más que un pretexto — el verdadero tema, es el acto de ver, y la capacidad del pintor para hacer surgir la belleza de lo más ordinario.

Suret-Canale coloca la botella en majestad, en el centro de un campo cromático vibrante, construido con empastes generosos, rupturas de luz y contrastes potentes. La materia pictórica, densa y estratificada, confiere al objeto una presencia casi escultórica. Los rojos profundos, los azules estirados y los negros luminosos componen un espacio donde la botella deja de ser un objeto para convertirse en una figura, una vertical silenciosa que organiza todo el cuadro.

El pintor retoma la famosa frase de Rodin, quien afirmó que «no es la belleza la que nos falta a nuestros ojos, sino nuestros ojos los que faltan a la belleza».
Aquí, todo se sostiene en ese desplazamiento de la mirada: lo que creíamos simple, banal, modesto, se convierte en una aparición pictórica, en un evento de pintura. El espectador ya no ve una botella: ve la pintura revelando una botella.

Este lienzo también es el resultado de un proceso cuidadosamente madurado. Desde hace más de cincuenta años, el artista regresa incansablemente a sus temas, los repite, los depura y los reconstruye. Así actúan los pintores de la École de Paris a los que él se adscribe: por fidelidad al motivo, por honestidad en la mirada, por exigencia de verdad en la forma.
Esta obra lleva la marca: una obra segura, jubilosa, que testimonia la maestría de un pintor que ha alcanzado una plena madurez estilística.

« Solo una botella » no es solo un guiño a Morandi, Cézanne o Chardin — es una afirmación: todo puede convertirse en grande si se sabe mirar.
Y todo se convierte en pintura en el instante en que el pintor decide convertirlo en un mundo.

Una pieza muy hermosa, fuerte, completa, construida, que contará en los 50 años de producción de Michel Suret-Canale.