Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a la escuela española, que representa la armonía de la naturaleza en su fase otoñal, mostrando un paisaje donde el color, la calma y el agua fluyen juntos como una meditación visual sobre el paso del tiempo. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones de la obra: 38x46x2 cm. · Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro nos presenta un paisaje otoñal de gran serenidad y riqueza cromática, una escena que invita a la contemplación pausada y al disfrute de la naturaleza en uno de sus momentos más líricos. La composición se articula en torno a un río tranquilo que serpentea desde el primer plano hacia el fondo, guiando suavemente la mirada del espectador a través del territorio. Sus aguas, de verdes apagados y reflejos terrosos, sugieren profundidad y silencio, como si guardaran secretos del bosque que lo rodea. La superficie del agua está limpia, sin ondulaciones marcadas, reforzando la idea de un lugar sin prisa, de tiempo suspendido. A ambos lados del río, las riberas están cubiertas por una vegetación exuberante, que estalla en una gama cromática intensa, reflejo de un otoño en su máximo esplendor. A la derecha, la orilla se eleva en una pendiente suave, poblada de árboles altos y tupidos que combinan verdes oscuros con amarillos vibrantes, rojos encendidos y tonos ocres. Las pinceladas aquí son más densas, enérgicas, marcando las texturas de los arbustos y la espesura del follaje. La paleta de color sugiere un cambio de estación en curso: la naturaleza aún conserva su vitalidad, pero comienza ya a transformarse, a rendirse dulcemente ante la llegada del invierno. A la izquierda, el terreno es más abierto, menos denso en vegetación, pero igualmente dinámico en colorido. Se aprecian manchas de verde lima, marrón cálido, y pequeños toques morados y anaranjados que insinúan la existencia de otras especies vegetales más bajas o en floración tardía. En el centro del cuadro, justo donde el río se pierde entre la vegetación, se alzan una serie de árboles altos, estilizados, con copas multicolores que van del amarillo claro al rojo vino, pasando por violetas tenues y naranjas pálidos. Este grupo de árboles es el corazón visual de la pintura, como si representaran un último canto del bosque antes del silencio invernal. Al fondo, unas suaves montañas en tonos azules y violetas se perfilan bajo un cielo claro, moteado de nubes que se alargan con suavidad. La atmósfera es clara pero no deslumbrante: la luz es difusa, como si fuera una mañana templada o una tarde a punto de declinar. Las montañas no dominan la escena, sino que enmarcan con delicadeza el entorno, dándole perspectiva y profundidad. Sobre ellas, el cielo muestra una paleta suave de celeste, blanco y toques rosados, en armonía perfecta con los colores de la tierra. El conjunto transmite una fuerte sensación de equilibrio. No hay elementos que rompan la paz del paisaje; ni figuras humanas, ni arquitectura, ni ruido. Todo parece detenido en un instante de plenitud natural, donde cada color, cada sombra y cada reflejo encuentra su lugar con precisión. Es un paisaje que no necesita más que ser observado, como si invitara al espectador a entrar en él y caminar a lo largo del río, a respirar el aire fresco y a escuchar el crujir de las hojas bajo los pies. En conjunto, este cuadro es una celebración del paisaje en estado puro, un homenaje a la belleza efímera del otoño y a la relación íntima entre la tierra, el agua y la luz. Una obra que nos recuerda la grandeza silenciosa de la naturaleza cuando se la contempla con calma y respeto, y que nos invita a detenernos, a mirar y a sentir sin distracción.