Artwork created on professional canvas using the giclée printing technique on canvas. Digital art using contemporary media and AI. Obra de arte del artista Canvas Fit-Alberto Ricardo realizada en la técnica Impresión Giclée, sobre lienzo profesional de alta calidad, 100% algodón, máxima resistente a manipulación y agentes exteriores de la marca Eco Canvas Roma Glossy, satinado. Garantizamos un producto duradero y de calidad visual. Dimensión de 60 x 80 cm de pintura con 5 cm de profundidad. Edición limitada 3/5. En el dorso de la pieza podrá encontrar los datos sobre la obra. El envío se realizará a través de la Cia. United Parcel Service (UPS), para España y Europa, y a través de la Cia. Fedex para el resto del mundo. La obra irá enrollada y estará protegida mediante varias capas de embalaje, nailón burbuja y colocada en un tubo resistente. Una vez pagada la obra, se requieren tres días para el proceso de embalaje y entrega a la compañía de envió. La pieza le llegará al termino de diez días, según el país de destino En esta conmovedora imagen giclée, la Virgen María no aparece como figura distante de los cielos, sino como una presencia viva y palpable, que irradia paz desde un trono invisible hecho de luz y silencio. Enmarcada por un fondo arquitectónico de arcos góticos que evocan la sacralidad del templo, y rodeada de un jardín de rosas azules y blancas, la Virgen se nos ofrece con los brazos extendidos, como gesto universal de acogida, intercesión y misericordia. La escena no es una representación convencional. A través de la técnica pictórica, rica en texturas suaves y destellos dorados, el artista ha construido un retrato que parece emerger desde lo espiritual hacia lo terrenal. Su túnica blanca, símbolo de pureza, cae con gracia hasta los pies, mientras el manto azul celeste, adornado con estrellas doradas, flota como si lo meciera un viento divino. Cada pliegue es una oración silenciosa, cada punto de luz, una respuesta esperanzada. El rostro de María transmite una serena solemnidad. Sus ojos, grandes y ligeramente tristes, no se dirigen a un punto específico, sino que parecen mirar hacia adentro, hacia el alma del espectador. Es la mirada de la madre eterna, que comprende el dolor del mundo sin dejarse vencer por él. Su halo, radiante y estrellado, no es solo ornamento celestial: es la corona de la mujer glorificada, de la reina del cielo, de la mediadora que camina entre lo divino y lo humano. A sus pies, un lecho de rosas azules y blancas se abre como una ofrenda simbólica. Las rosas blancas evocan la virginidad, la inocencia, la fe intacta; mientras que las azules —poco comunes en la naturaleza— simbolizan lo milagroso, lo inalcanzable, lo puro y misterioso. Estas flores no son meras decoraciones: son palabras sin voz, plegarias encarnadas, devociones florecidas al pie de la divinidad. La floración, exuberante pero ordenada, transforma el suelo en un santuario natural, un jardín mariano. La luz en esta obra es protagonista silenciosa. No hay sol ni faroles, sino un resplandor dorado que parece nacer de la propia Virgen, envolviendo la escena en una atmósfera cálida y sagrada. Este resplandor no quema ni enceguece: ilumina, acaricia, consuela. Es la luz del consuelo, la que muchos fieles buscan en el dolor y encuentran en la oración. “Reina entre Rosas: La Virgen del Azul Celestial” no es solo una pintura religiosa; es una manifestación estética de la fe y el consuelo. La obra giclée se convierte aquí en un puente entre el arte y el alma, entre el símbolo y el misterio. En ella, la Virgen no solo es venerada: es sentida. Y en su figura, coronada de luz y envuelta en azul, resuena la esperanza de quienes la miran en busca de paz, amor y protección eterna.