Jerónimo Jacinto de Espinosa (1600-1667), Attrib. - Santa Cecilia in estasi

- Óleo sobre lienzo. Tela original. Restauraciones.

- El 22 de noviembre se celebra la fiesta de Santa Cecilia, patrona de la música. ¡Celebremos el divino deleite del arte sonoro con una magnífica obra de arte!

- Esta magnífica Santa Cecilia, que con un gesto sublimado nos invita a guardar silencio y a escuchar la música que viene de las esferas celestiales, perteneciente al entorno del gran pintor barroco valenciano Jerónimo Jacinto de Espinosa, refleja de manera ejemplar las características del arte de la región en el siglo XVII, especialmente el estilo elegante y decorativo que caracterizó al autor. En esta obra, la santa es representada en un instante de regocijo absoluto, completamente absorbida por la música celestial que parece emanar de los instrumentos que la rodean. Su rostro, delicadamente modelado, es la viva expresión de la emoción profunda que produce la música divina. La suavidad de sus rasgos, idealizados y de una inmensa belleza, denota la influencia del refinamiento y la elegancia de la pintura valenciana de la época, con una atención a la belleza física de la figura humana que remite a la exuberante escuela de Espinosa.

Santa Cecilia viste una túnica de un cálido tono azafranado, que, además de simbolizar su pureza, le confiere un aire de lujo y serenidad. La rica ornamentación de la tela, con detalles finamente ejecutados, es una característica distintiva de la pintura valenciana barroca, en la que el lujo material y la delicadeza decorativa juegan un papel importante en la representación del mundo divino. Esta túnica, que se pliega y cae suavemente sobre su cuerpo, también está iluminada con las pinceladas hábiles del artista, que sabe cómo jugar con la luz para resaltar la riqueza del color y la textura, en una muestra clara de su dominio de la pintura al óleo.

El rostro de Santa Cecilia está capturado con un realismo sensorial que transmite, más allá de su belleza física, el éxtasis espiritual que siente la santa al escuchar la música que inspira su devoción. Esta expresión refleja no solo el virtuosismo de los artistas valencianos en la captura de la emoción humana, sino también la profunda conexión entre la fe y el arte musical en la tradición barroca. La relación entre la música y lo divino, tan evidente en la representación de Cecilia, subraya el poder trascendental del arte, un tema recurrente en el barroco español, donde la emoción religiosa y la devoción personal se expresaban con intensidad.

La composición, además de estar impregnada de esa suave elegancia decorativa propia de Espinosa, se enmarca en un óvalo fingido, elemento clave en el trampantojo arquitectónico al que se circunscribe la escena, que remite a la forma clásica del "rompimiento de gloria", tan característica del barroco valenciano. Este elemento compositivo da a la escena una sensación de movimiento celestial, como si la santa emergiera de las nubes del cielo, rodeada de una luz dorada y radiante que emana desde un fondo de nubes dispuestas con esmero, buscando atraer la mirada del espectador hacia el centro de la escena. La explosión de luz y color del rompimiento de gloria no solo dota a la escena de un aura de divinidad, sino que también transmite la idea de la música como algo celestial, más allá de lo terrenal.

Esta obra, como tantas otras del barroco español después de la muerte de Velázquez, encarna la perfección técnica y decorativa que caracteriza a los pintores de la época, quienes fusionaron la devoción religiosa con una atmósfera de lujo y detalle, sin perder la profundidad emocional que acompaña a la fe. En la pintura de Espinosa, la riqueza de los tejidos, la intensidad de la luz, y el énfasis en la expresión emocional refuerzan el mensaje de la obra: la música, al igual que la santidad, es una vía hacia lo divino. La santa, inmersa en su éxtasis musical, simboliza esa unión entre el arte y lo trascendental que tan profundamente definió el barroco, especialmente en el ámbito valenciano, donde la ornamentación, la luz y el color se convierten en vehículos para la exaltación de lo sagrado.

- Jerónimo Jacinto de Espinosa (Cocentaina, 1600 – Valencia, 1667) fue una de las figuras culminantes de la pintura barroca valenciana, manteniendo viva la llama del naturalismo de la escuela de Ribalta y la influencia del tenebrismo caravaggiesco en la región. Su carrera se desarrolló íntegramente en Valencia, donde fue un artista prolífico y altamente solicitado, particularmente en el ámbito de la pintura religiosa, llegando a ser el pintor más importante de la ciudad tras la muerte de sus maestros. La maestría de Espinosa reside en su capacidad para infundir una profunda dignidad y misticismo en sus figuras, a menudo representadas con un dibujo firme y una paleta de colores fríos y refinados, característica que lo diferencia de la crudeza de su maestro. Sus lienzos más celebrados, como los ciclos conventuales y sus representaciones de la Eucaristía, le valieron el reconocimiento de sus contemporáneos como un maestro de la fe plasmada, cuyo legado marca el apogeo de la pintura valenciana de su siglo.

- Dimensiones de la imagen sin marco: 134 x 98 cm / 152 x 116 cm con magnífico marco dorado antiguo.

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