Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a la escuela catalana, que representa un bosque otoñal donde la luz y el color se entrelazan en un vibrante juego de sombras y vida, capturando la esencia efímera de la naturaleza en transformación. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones de la obra: 50x60,5x1 cm. · Óleo sobre tabla firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro despliega ante nuestros ojos un bosque vibrante de abedules, donde la luz del sol se cuela con intensidad a través del follaje otoñal, proyectando sombras alargadas que juegan en un suelo teñido de colores cálidos y contrastes audaces. Los troncos blancos, rectos y estilizados de los árboles se alinean con una cadencia natural que sugiere movimiento y armonía, como si estuvieran inmersos en una danza silenciosa dictada por el viento o la memoria del bosque. Estos troncos, con sus manchas oscuras, actúan como columnas rítmicas que sostienen una atmósfera viva y luminosa. El terreno, inclinado suavemente hacia el fondo, está cubierto por una alfombra de hojas caídas que forman un mosaico de tonos rojizos, anaranjados, amarillos intensos, violetas y marrones. La pincelada es suelta y expresiva, con trazos que serpentean entre sombras y luz, otorgando dinamismo a la escena y una percepción casi abstracta en algunos fragmentos del suelo. Cada zona cromática parece tener su propia energía, pero todas convergen en una armonía visual envolvente que estimula la vista y la emoción. En el fondo del cuadro, el paisaje se diluye entre árboles más lejanos y una combinación etérea de azul, rosa, violeta y ocre, como si el cielo y la tierra se fundieran suavemente en una neblina cromática de ensueño. Esta fusión de colores transmite una sensación de profundidad atmosférica, pero también de ensoñación, como si estuviésemos ante un bosque imaginado más que uno tangible. No hay figuras humanas ni animales, lo que intensifica la percepción de que el bosque es un ser vivo por sí mismo, autosuficiente, contemplativo, acogedor. Las sombras proyectadas por los árboles en el suelo forman diagonales que cruzan el cuadro, creando una estructura visual que nos guía hacia el fondo. Estas sombras no son oscuras y tristes, sino más bien canales de contraste que intensifican la calidez del entorno, dibujando caminos de luz entre las raíces invisibles de los árboles. La sensación de estar allí, de pisar ese suelo crujiente, de sentir la frescura del aire y el calor suave de la luz filtrada, está latente en cada rincón de la obra. En conjunto, este cuadro es una exaltación emocional del otoño, un homenaje a la transformación cíclica de la naturaleza, a la belleza del instante efímero y al equilibrio que se encuentra entre luz y sombra, color y forma. No solo representa un bosque, sino que sugiere un espacio interior, una metáfora del alma en estado de contemplación, donde cada trazo se convierte en una invitación al recogimiento y al asombro.