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Viatcheslav Nazarov (1945) - Playa de Cannes
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7 weeks ago

Viatcheslav Nazarov (1945) - Playa de Cannes

Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Viatcheslav Nazarov, que representa la calma y la melancolía de una playa vacía, donde el mar, la luz y el silencio se unen en una atmósfera de serenidad y contemplación. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite. · Dimensiones con marco: 65x75x5 cm. · Dimensiones sin marco: 45x54 cm. · Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, V. N. · La pieza se encuentra en buen estado de conservación. · La obra se vende con precioso marco (incluido en la subasta como regalo). La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona. Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote. El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte. El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional. ------------------------------------------------------------------ Este cuadro presenta una vista costera serena y evocadora, donde el mar, la arena y el horizonte se unen en una composición de calma y luz. La escena muestra una playa tranquila, probablemente en las primeras horas del día o al final de la tarde, cuando la atmósfera adquiere una tonalidad suave y el aire parece inmóvil. En primer plano, la arena húmeda guarda las huellas de los pasos recientes y las olas rompen con delicadeza sobre la orilla, dejando una espuma blanca que se disuelve lentamente. A lo largo de la playa, varias tumbonas vacías, de colores azules y blancos, se alinean en silencio, esperando la llegada de los bañistas. Todo el ambiente está impregnado de una sensación de quietud melancólica, donde la ausencia humana acentúa la belleza del entorno. El horizonte se abre en un mar tranquilo, de tonalidades claras que van desde el verde pálido hasta el azul plateado. La superficie del agua refleja la luz del cielo con un brillo tenue, y las suaves ondulaciones de las olas crean un ritmo visual que transmite serenidad. Al fondo, una línea oscura marca la separación entre el mar y la ciudad costera, cuyos edificios se recortan difusos por la neblina. Entre ellos destaca la silueta de una torre o catedral que emerge sobre las demás construcciones, aportando un punto de referencia visual y un toque de misterio a la escena. Más allá, las montañas se levantan majestuosas y silenciosas, cubiertas por una ligera bruma que las hace parecer etéreas, casi oníricas. El cielo, que ocupa una parte importante de la composición, muestra un degradado sutil que va del amarillo pálido al azul grisáceo. No hay nubes definidas, pero sí una sensación de atmósfera ligera, casi tangible, que envuelve todo el paisaje en una calma luminosa. La luz del día, filtrada por la neblina marina, crea reflejos y sombras delicadas sobre el agua y la arena, acentuando el carácter apacible del lugar. No hay estridencias ni contrastes violentos, sino una armonía perfecta entre los tonos suaves y las formas difuminadas. Es la representación de un instante suspendido, un momento de silencio entre el bullicio del día y la tranquilidad del ocaso. El detalle de las tumbonas vacías añade un matiz humano y nostálgico a la obra. Dispuestas en orden, pero sin presencia de personas, evocan la huella del verano, de los días de sol y de las risas que el viento se ha llevado. También puede leerse como una metáfora del descanso y del paso del tiempo, una pausa contemplativa en medio del movimiento constante del mar. En contraste con la calma del entorno natural, un pequeño cubo de basura en primer plano introduce una nota de cotidianidad, recordando que la escena pertenece al mundo real, a una playa vivida, donde la vida y la rutina se entrelazan con la belleza del paisaje. En conjunto, este cuadro transmite una profunda sensación de paz y melancolía. Es una mirada poética hacia el mar y la costa, donde la quietud y la luz se funden en un equilibrio perfecto. La obra invita al espectador a sumergirse en su atmósfera silenciosa, a escuchar el rumor de las olas, a sentir la brisa húmeda y a dejarse llevar por la inmensidad del horizonte. Es una pintura que captura no solo la apariencia de un lugar, sino también su alma: la serenidad efímera de un instante junto al mar, cuando la naturaleza y la memoria se encuentran en perfecta armonía.

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Viatcheslav Nazarov (1945) - Playa de Cannes

Viatcheslav Nazarov (1945) - Playa de Cannes

Pictura Subastas presenta esta magnífica obra de arte perteneciente a Viatcheslav Nazarov, que representa la calma y la melancolía de una playa vacía, donde el mar, la luz y el silencio se unen en una atmósfera de serenidad y contemplación. La pintura destaca por su excelente técnica y la gran calidad pictórica que transmite.

· Dimensiones con marco: 65x75x5 cm.
· Dimensiones sin marco: 45x54 cm.
· Óleo sobre tela firmado a mano por el artista en la parte inferior derecha, V. N.
· La pieza se encuentra en buen estado de conservación.
· La obra se vende con precioso marco (incluido en la subasta como regalo).

La obra procede de una exclusiva colección privada en Girona.

Nota importante: las fotografías incluidas forman parte integral de la descripción del lote.

El cuadro será embalado de manera profesional por un experto de IVEX (https://www.instagram.com/ivex.online/), utilizando materiales de alta calidad para garantizar su protección. El precio del envío cubre tanto el coste del embalaje profesional como el propio transporte.
El envío se realizará por Correos, GLS o NACEX con seguimiento. Envíos disponibles a nivel internacional.

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Este cuadro presenta una vista costera serena y evocadora, donde el mar, la arena y el horizonte se unen en una composición de calma y luz. La escena muestra una playa tranquila, probablemente en las primeras horas del día o al final de la tarde, cuando la atmósfera adquiere una tonalidad suave y el aire parece inmóvil. En primer plano, la arena húmeda guarda las huellas de los pasos recientes y las olas rompen con delicadeza sobre la orilla, dejando una espuma blanca que se disuelve lentamente. A lo largo de la playa, varias tumbonas vacías, de colores azules y blancos, se alinean en silencio, esperando la llegada de los bañistas. Todo el ambiente está impregnado de una sensación de quietud melancólica, donde la ausencia humana acentúa la belleza del entorno.
El horizonte se abre en un mar tranquilo, de tonalidades claras que van desde el verde pálido hasta el azul plateado. La superficie del agua refleja la luz del cielo con un brillo tenue, y las suaves ondulaciones de las olas crean un ritmo visual que transmite serenidad. Al fondo, una línea oscura marca la separación entre el mar y la ciudad costera, cuyos edificios se recortan difusos por la neblina. Entre ellos destaca la silueta de una torre o catedral que emerge sobre las demás construcciones, aportando un punto de referencia visual y un toque de misterio a la escena. Más allá, las montañas se levantan majestuosas y silenciosas, cubiertas por una ligera bruma que las hace parecer etéreas, casi oníricas.
El cielo, que ocupa una parte importante de la composición, muestra un degradado sutil que va del amarillo pálido al azul grisáceo. No hay nubes definidas, pero sí una sensación de atmósfera ligera, casi tangible, que envuelve todo el paisaje en una calma luminosa. La luz del día, filtrada por la neblina marina, crea reflejos y sombras delicadas sobre el agua y la arena, acentuando el carácter apacible del lugar. No hay estridencias ni contrastes violentos, sino una armonía perfecta entre los tonos suaves y las formas difuminadas. Es la representación de un instante suspendido, un momento de silencio entre el bullicio del día y la tranquilidad del ocaso.
El detalle de las tumbonas vacías añade un matiz humano y nostálgico a la obra. Dispuestas en orden, pero sin presencia de personas, evocan la huella del verano, de los días de sol y de las risas que el viento se ha llevado. También puede leerse como una metáfora del descanso y del paso del tiempo, una pausa contemplativa en medio del movimiento constante del mar. En contraste con la calma del entorno natural, un pequeño cubo de basura en primer plano introduce una nota de cotidianidad, recordando que la escena pertenece al mundo real, a una playa vivida, donde la vida y la rutina se entrelazan con la belleza del paisaje.
En conjunto, este cuadro transmite una profunda sensación de paz y melancolía. Es una mirada poética hacia el mar y la costa, donde la quietud y la luz se funden en un equilibrio perfecto. La obra invita al espectador a sumergirse en su atmósfera silenciosa, a escuchar el rumor de las olas, a sentir la brisa húmeda y a dejarse llevar por la inmensidad del horizonte. Es una pintura que captura no solo la apariencia de un lugar, sino también su alma: la serenidad efímera de un instante junto al mar, cuando la naturaleza y la memoria se encuentran en perfecta armonía.

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Carmen Íñiguez Berbeira
Expert
Estimate  € 400 - € 500

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